Mary and Max: una película sobre el síndrome de Ásperger

Consejos Altea / 27.04.2016

Hay películas que nos tocan la fibra sensible, y esta es una de ellas. Mary and Max es una película australiana de animación stop motion del 2009, escrita y dirigida por Adam Elliot. Aunque al inicio de la película se dice que está basada en hechos reales, la verdadera inspiración es la relación con carta que el director tuvo durante unos 20 años con un amigo de Nueva York. La película narra la larga amistad por correspondencia entre Mary, una niña de 8 años australiana, y Max, un hombre con síndrome de Asperger que vive en Nueva York.


LÍNEA ARGUMENTAL

CUIDADO, SPOILER!

altea psicólogos asperger 1Es 1976. Mary Daisy Dinkle es una niña australiana con baja autoestima que vive en soledad. Sus compañeros de la primaria se burlan de ella porque tiene una mancha de nacimiento en su frente. El padre de Mary, Noel, es indiferente a su familia, centrado en su trabajo en una factoría de hilar etiquetas con bolsas de té y en su pasión por la taxidermia, mientras que su madre, Vera, padece cleptomanía y alcoholismo. Los únicos amigos que tiene la niña son su vecino Len Hislop, un anciano herido en la guerra de Vietnam al que recoge el correo ya que sufre de agorafobia (en las primeras escenas, Mary Daisy dice varias veces homofobia), y un gallo, Ethel. Sus principales aficiones son una serie televisiva, The Noblets, de los cuales tiene una colección de muñecos hechos por ella misma, y la leche condensada con azúcar. Un día, mientras acompañaba a su madre en la oficina de correos, descubre una guía de teléfonos de Nueva York; curiosa sobre el modo de vida de los norteamericanos, elige la dirección de un desconocido, Max, al que decide escribir una carta.

altea psicólogos asperger 3Max Jerry Horowitz, de 44 años, es un soltero sin trabajo estable, cuyo máximo consuelo es el chocolate (especialmente los perritos rellenos de onzas, una receta propia) y que sufre de obesidad mórbida y de diversos problemas mentales que desembocan en ataques de ansiedad, por lo que no se relaciona con otras personas. Cuando recibe la carta de Mary, responde y pronto se hacen amigos, pues al principio comparten la afición por los dulces y por la serie televisiva The Noblets, de la que Max colecciona los muñecos oficiales. Los dos se hacen cada vez preguntas más sensibles, lo que aumenta la ansiedad de Max cada vez que recibe la correspondencia de Mary, y pasa por una de sus peores crisis al serle diagnosticado síndrome de Asperger, enfermedad con la que logra entender por qué es incapaz de mostrar emociones y comprender las de los demás.

Durante las siguientes dos décadas mantienen esta amistad a distancia, basada en la vida humilde de ambos y el intercambio de dulces de chocolate. Cuando Mary alcanza la edad adulta, inspirada por el síndrome diagnosticado a su amigo, decide estudiar psicóloga. Tras la muerte de sus padres, se casa con el amor platónico de su infancia, su vecino tartamudo de origen griego Damien Popodopoulos. Mientras tanto, en Nueva York, Max gana la lotería, con cuyo premio decide comprar suministros de chocolate para toda la vida y los muñecos que faltaban en su colección de The Noblets, y donar el resto del dinero a su vecina ciega que, animada por su nueva vida, acaba por morir en un accidente de propulsor individual.

Tras conseguir el grado, Mary escribe y publica un libro en el que disecciona el síndrome de Asperger de Max gracias a la correspondencia que mantienen. Max se enfurece por ello pues, según su opinión, no padece ninguna enfermedad; la considera altea psicólogos asperger 2una parte más de su personalidad con la que ha aprendido a convivir. Decide cortar su relación con Mary enviándole el tipo de la letra «M» de su máquina de escribir. Mary acaba destrozada y se rinde al alcoholismo, y cae en depresión y abandono. Cierto día, mientras repasa las estanterías vacías de la cocina, descubre una última lata de leche condensada, en la que escribe «Lo siento» y que remite a Max. En espera infructuosa de la respuesta de su amigo, una mañana advierte en el buzón una carta de su marido Damien, en la que él confiesa que es que la ha dejado para irse a vivir con un agricultor neozelandés con el que también mantenía una relación por carta. Vencida, decide suicidarse, sin saber que está embarazada. Antes de quitarse la vida, aparece su vecino Len, quien ya ha vencido la agorafobia y le avisa que ha llegado un paquete de Max. Al abrirlo, Mary no solo encuentra que le ha regalado su colección completa de muñecos oficiales de The Noblets, sino una carta con los detalles de todo lo que significa su amistad para él y en la que expresa su perdón, al comprender que ella no es perfecta, al igual que él. Su lectura anima a Mary a superar la depresión y a empezar una nueva vida.

Un año después viaja a Nueva York con su hijo para por fin conocer a Max. Cuando entra a su apartamento, lo encuentra muerto, sentado en un sillón y, para sorpresa de Mary y considerando su enfermedad, con una sonrisa en el rostro. Mary devuelve el tipo «M» a su máquina de escribir, se sienta junto a él y mira hacia arriba, mismo lugar al que parecía mirar Max antes de fallecer. Descubre que Max organizó y pegó todas sus cartas (que había estado planchando, previamente) en el techo. Emocionada por lo que su amistad significaba para él, llora con un sentimiento encontrado de tristeza y alegría.

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