Puedes consultar muchos más datos estadísticos sobre los TCA (Trastornos de la conducta Alimentaria) y en concreto sobre la anorexia en adolescentes, aquí.
Por la problemática social que acarrean, la anorexia y la bulimia ostentan el podium de los trastornos alimentarios más conocidos. Es por ello que existe mucho mito en torno a ellos. No obstante, existen otros TCA, que no siendo tan dramáticos o llamativos, sí requieren atención especial.
Los más conocidos son la bulimia y la anorexia. Atendiendo a la bulimia, la persona ingiere grandes cantidades de comida y luego la vomita para aliviar la ansiedad. Por su parte, la anorexia es una distorsión en la autopercepción de la persona, llegando al delirio y una fuerte pérdida de contacto con la realidad.
En el trasfondo de estos trastornos solemos encontrar historias traumáticas, así como maltrato físico y/o psicológicos en la infancia. También una imagen distorsionada del físico, fuertes carencias en la autoestima o un déficit muy fuerte en el control de impulsos.
Los profesionales señalan que algunas de las posibles señales que hay detrás de la anorexia en adolescentes son: cambios de humor, excesiva irritabilidad, hiperactividad sin que existasintomatología previa de TDA-H, altos picos de ansiedad, tristeza generalizada, llantos espontáneos injustificados, obsesión por controlar el tipo y la cantidad de alimentos que ingieren o una obsesión fuerte con el gimnasio.
Así, un TCA puede presentarse a cualquier edad, pero es la adolescencia la etapa más vulnerable. Entre los factores de riesgo que podemos encontrar se encuentran: el perfeccionismo, mucha autoexigencia o autocrítica desmedida. También contacto frecuente con experiencias de fracaso, una escasa tolerancia a la frustración, exceso de impulsividad, la percepción de pérdida de control. Y además, carencias en habilidades (especialmente sociales) y de regulación de estrés o la insatisfacción corporal.
En la era de lo audiovisual, las redes sociales y los/as influencers, la insatisfacción corporal y la comprensión distorsionada que hacemos de nuestro cuerpo, se ha convertido en un relato generacional. Creemos que los adolescentes están demasiado imbuidos de modelos físicos irreales que les llevan a autopercibirse como defectuosos. Esto genera en ellos complejos desmedidos que no saben controlar y pueden acabar desembocando en el desarrollo de un TCA.
La terapia hacia los trastornos alimentarios estará orientada a la resolución de conflictos internos que derivaron en el control de la comida. La terapia ayuda a regular cuestiones relacionadas con la imagen, propicia cambios de hábitos y autocuidado, y mejora de las relaciones familiares.
Se trata de descubrir el origen del problema y trabajar el autoconocimiento. Y también de enseñar a la persona a gestionar su ansiedad y otros síntomas, mediante la adquisición de conductas ecológicas y adaptativas.
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