¿Qué es y por qué aparece?

Sin categoría / 06.07.2017

En esta ocasión vamos a hablar del autosabotaje, pero para definirlo veamos primero qué significa el sabotaje a secas: por un lado, daño o deterioro que se hace en instalaciones, productos, etc., como procedimiento de lucha contra los patronos, contra el Estado o contra las fuerzas de ocupación en conflictos sociales o políticos. Por otro, oposición u obstrucción disimulada contra proyectos, órdenes, decisiones, ideas, etc.

En el contexto psicológico, el autosabotaje sería lo segundo aplicado contra uno mismo. ¿Alguna vez, al proponerte un objetivo, te has visto envuelto en una suerte de circunstancias adversas que te han ido impidiendo la consecución de dicha meta?

enemigo uno mismo

A veces tu peor enemigo puedes ser tú mismo

Si te has sentido así, puede que hayas sido víctima del autosabotaje. Recuperando la definición anterior, decimos que somos víctimas e autosabotaje cuando tomamos decisiones que obstruyen disimuladamente NUESTROS proyectos, órdenes, ideas, etc., para lograr un objetivo. Pero, ¿por qué si yo decido algo voluntariamente puedo llegar a ser víctima (en última instancia) de mí mismo?

Las razones son variadas, pero voy a intentar sintetizar las más comunes. La explicación para el autosabotaje la encontramos en:

  1. La fuerza del hábito: cuando te propones algo nuevo en tu vida, lo primero es establecer nuevas rutinas. Simplificándolo, se trata de cambiar unas sinapsis (conexiones neuronales) por otras a fuerza de repetir una conducta nueva. Este cambio, además de costoso, puede llegar a ser muy frustrante e incómodo.
  2. Comodidad: salir de la llamada zona de confort no es fácil, pues los beneficios de mantenerse en ella son innumerables. Se activa, entonces, la ley de la parsimonia o del mínimo esfuerzo. Esto es, con el mínimo esfuerzo conseguir el máximo resultado. Pero la vida no siempre funciona así, menos cuando te planteas un objetivo ambicioso. En tal caso, lo adecuado para lograrlo es poner las miras en lo que vendrá a largo plazo. Si me quedo sólo con la comodidad (el refuerzo) del corto plazo, estaré perdiendo la partida contra mí mismo.
  3. Miedo e inseguridad: la mente tiene formas muy sutiles de autosabotaje. <<¿Y si no lo consigo? ¿Y si fracaso? ¿Qué voy a decirle…? ¡Todos pusieron su confianza en mí!>> Estos y otros diálogos mentales tóxicos pueden colocarte en una posición de derrota anticipada, invitándote a ni siquiera intentar alcanzar el objetivo.
  4. Culpabilidad: no suele aparecer la culpabilidad como tal, sino una forma soterrada que te invita
    Sentencia

    Las sentencias que nos hacemos a nosotros mismos pueden ser muy injustas, limitadoras y cargadas de culpabilidad

    a pensar que eso no es para ti, que tal vez te estés “flipando” demasiado, que dónde vas tú con esas pretensiones… En el trasfondo de estas frases existe una culpabilidad por pretender mejorar, crecer o alcanzar ciertas metas hacia las que nunca te enseñaron a aspirar.

  5. Pérdida: todo cambio implica una pérdida y toda pérdida cierto grado de dolor. Para evitar ese posible sufrimiento tendemos a dejar de lado la toma de algunas decisiones difíciles.
  6. Responsabilidad: el miedo a tomar las riendas de tu vida, de ser independiente para cargo no sólo de tus aciertos, sino también de tus errores. Este tipo de libertad a veces abruma.
  7. Necesidad de pertenencia: el sentirse parte de algo (familia, amigos, pareja, grupo de trabajo…) suele ser una necesidad transversal en todo ser humano. A veces (sobre todo en ciertas edades tempranas), esta necesidad es tan fuerte que nos lleva a hacer o dejar de hacer cosas con tal de seguir perteneciendo al grupo.
  8. Mantener la calma: en ocasiones, para aliviar la ansiedad recurrimos a la toma de sustancias (tabaco, alcohol, otras drogas…). También puede pasar con la comida, con la compra compulsiva y, en general, con cualquier tipo de comportamiento que te lleve a llenar “desde fuera” para encontrar una relativa (y pasajera) calma interna.

Seguramente te hayas sentido identificado con algunas de las variables barajadas anteriormente. Pero, ¿cómo puedes darte cuenta de que estás sufriendo autosabotaje? Estar alerta a diversos comportamientos puede ayudarte a ello:

  • No acabas las cosas: dejar a medias una y otra vez aquello que comienzas.
  • Excusas y más excusas: una excusa es la explicación a algo que te pasa, que no controlas y que te impide o retrasa la consecución de tu objetivo. Una excusa puede usarse de manera puntual, pero cuando se convierte en rutina, lo que suele ocurrir es que se está eludiendo una responsabilidad, una obligación. Al fin y al cabo la palabra excusa viene de la palabra latina absconsus, que significa ‘escondido’.
  • Procrastinación: esta palabreja viene a significar aquello de dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. Retrasar tareas incómodas ocupa un espacio de tu mente que puede tornarse rumiativo (le das vueltas una y otra vez) y, finalmente, obsesionarte. Y el mayor fastidio de las obsesiones es que gastan mucha energía para nada.
  • Perfeccionismo: la perfección puede convertirse en tu peor enemigo, ya que es la excusa perfecta para no actuar. Y sin embargo, por todos es asumible que pocas veces las cosas saldrán perfectas. Pretender lo imposible es una de las formas más sutiles de auto-sabotaje.
  • Incumplimiento de promesas: la propuesta está sobre la mesa, pero finalmente acabas haciendo otra cosa diferente. Los sentimientos de culpabilidad y auto-castigo suelen ser otras pistas del auto-sabotaje.
  • Hacer pequeñas aproximaciones: llevar a cabo pequeñas acciones que te mantienen en tu zona de comodidad, pero que no te llevan a dar el paso definitivo para alcanzar tu meta. Esto te da la falsa sensación de estar haciendo cosas “útiles”.
Espiral

Dejarse llevar por el autosabotaje puede introducirte en una espiral de negatividad que no te lleve a ningún sitio

Y una vez identificado el problema, ¿qué puedes hacer para dejar de autosabotearte? Existen algunas estrategias útiles, como apuntar en un papel ciertos aspectos de ti mismo para que tomes conciencia, que elijas una conducta en la que creas que te estás auto-saboteando y la cambies por otra distinta, o que busques algún patrón educativo que esté influyendo en cómo afrontas las dificultades, para darle la vuelta… Estrategias difíciles de explicar e implementar si no es en un contexto terapéutico.

Pero lo que te diré es que mires de frente al miedo. Al final, la causa principal del auto-sabotaje es el MIEDO: miedo al juicio, miedo a la crítica, miedo al fracaso, miedo a no cumplir con las expectativas, miedo a las consecuencias, miedo a no ser suficiente, miedo a la imperfección, miedo al error… Y como bien sabes, el miedo a lo imaginado tiende a paralizar.

Así es que mi consejo es que asumas que tienes miedo, no pasa nada, todos lo sentimos porque forma parte de la vida. Luego que te hagas cargo de lo que sientes y HAGAS TODO LO CONTRARIO de lo que te invita a hacer dicho miedo. Pregúntate: <<¿Qué es lo peor que me puede pasar?>>. Después, anota las respuestas que te vengan a la mente y descubrirás que la mayoría de ellas (si no todas) no son tan dramáticas, terribles y catastróficas como pensabas.

Luego esfuérzate por recordar la primera vez que hiciste algo que te daba miedo, pero aún y así lo hiciste. Y recuerda, además, que ya has afrontado “primeras veces” en infinidad de ocasiones. En todas ellas, ¿pasó algo tan terrible como para no volver a repetirlo? Seguro que en algunas sí, pero esos ínfimos ejemplos no pueden ni remotamente condicionar tu vida. Bien, una vez tomes conciencia de esto, el miedo seguirá presente, y no obstante estarás en mejor calidad de hacer aquello para lo que te sentías paralizado. Y entonces llegará el momento de hacerlo.

Porque como dijo alguien: <<Hazlo, y si tienes miedo, hazlo con miedo>>. Sólo así podrás traspasar esa escurridiza barrera que separa la tragedia imaginada del mundo real, un lugar donde las cosas no suelen ser tan dramáticas como las imaginamos.

Planear en paracaídas

Las consecuencias de atreverse no suelen tan dramáticas como las imaginamos

Alfonso García-Donas

Psicólogo

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