Nativos digitales es el término que se utiliza para aquellos que conviven con las tecnologías desde muy pequeños. Por lo que desde muy temprana edad, también, han interactuado con estas tecnologías. Esto ha supuesto, para nosotros los padres, la necesidad de proporcionarles una navegación segura, supervisando -que no espiando- los contenidos a los que nuestros hijos pueden acceder. Lo que nos lleva a las llamadas herramientas de control parental.
Al igual que para aprender a conducir un coche, los niños necesitan instrucciones y prácticas supervisadas, saber cómo usar dispositivos electrónicos. Mediante una buena psicoeducación es primordial para un buen uso posterior, en lugar de dejarles que los usen tal cual.
Para ayudar a nuestros hijos, primero debemos fijarnos en nuestro uso y así ser un modelo de comportamiento saludable con las nuevas tecnologías. La conducta de los niños son el fiel reflejo del comportamiento de sus padres, por lo que si queremos reducir el tiempo que usan sus pantallas, por ejemplo, ese cambio comienza con nosotros.
Somos conscientes de que Internet ha llegado para quedarse y seguir creciendo, por lo que evitar que nuestros hijos naveguen por la red es una batalla perdida antes, incluso, de haberla iniciado. Por ello existen herramientas de control parental, es decir, herramientas que facilitan el control de acceso a la red protegiendo así a nuestros hijos.
Las herramientas de control parental incluyen la opción de filtrado de páginas web, horarios para poder conectarse o tiempo máximo que podrán estar en conexión, con lo que supone un límite importante pero no el único. La confianza, la comunicación y el diálogo familiar, así como, el acompañamiento y la orientación que les facilitemos son también herramientas a tener en cuenta a la hora de proteger y ayudar a nuestros hijos a crecer en una sociedad marcada por las nuevas tecnologías.
Con las herramientas de control parental limitaremos tiempo y contenidos a lo que poder acceder. Pero también podemos crear hábitos sobre dónde conectarse, cuánto tiempo y qué ven cuando están en línea. Si son pequeños estos hábitos serán más fácilmente instaurados y nos servirán de base para el futuro.
Sin embargo, conforme los niños van creciendo consiguen autonomía en lo que se refiere al uso de las mismas. A esto hay que sumarle que ya no solo nos preocupan los contenidos o el tiempo que pasan en la red. Sino que también nos preocupa que les hagan daño, que les perjudiquen, les engañen. Para ello, serán importantes aquellos hábitos que implantamos desde pequeños sobre cuando, cuanto y a qué conectarse. Además de la comunicación familiar y de confianza para hablar con nuestros hijos.
A medida que los niños se hacen mayores el control parental debe ser mucho más humano. Ya que en estas edades interpretan el control parental tecnológico como una invasión de su intimidad. No obstante, éstos deberán ser utilizados si la actividad de navegación que se va a llevar a cabo lo precise.
No olvidemos que ninguna de estas herramientas nos sustituye como padres, sigue siendo importante nuestra supervisión directa. Pero, sobre todo, una buena comunicación familiar para enseñarles a navegar por la red igual que lo hacen por nuestros parques y calles, con sentido común y prudencia siendo nosotros sus guías.