Los trastornos del sueño en adultos abarcan problemas relacionados con el dormir. Estos incluyen dificultades para conciliar el sueño o permanecer dormido, quedarse dormido en momentos inapropiados, mantener un horario regular de sueño y comportamientos inusuales durante el sueño.
Existen más de 100 trastornos diferentes de sueño en adultos y de vigilia, siendo su clasificación habitualmente compleja. Los problemas para conciliar el sueño y permanecer dormido, lo que se conoce como «Insomnio», es uno de los trastornos del sueño más frecuentes entre la población adulta. Los datos estadísticos nos dicen que entre el 20 y el 30% de adultos en España, padecen insomnio.
El insomnio y otros trastornos del sueño en adultos pueden provocar estados alterados muy acusados, a causa del fuerte estrés que provoca la falta de sueño
Así, entre los distintos trastornos del sueño, podemos encontrar insomnio, hipersonmia, apnea del sueño, narcolepsia, trastornos del sueño REM, alteraciones del ciclo sueño-vigilia…
Pero muy frecuentemente todos aquellos problemas de sueño pueden no estar causados por una afección física. Cuando se descartan problemas orgánicos que interfieren o dificultan una función normalizada del sueño, entonces entra lo psicológico.
Una gran parte de los problemas relacionados con el sueño, como el insomnio, no tienen causa física o neurológica, sino psicológica
A nivel mundial, la OMS informa de que los trastornos de sueño se extienden entre un 40% de la población
Hay que tener en cuenta que el sueño es de las funciones básicas más importantes, incluso más que comer y beber. La falta de sueño puede llegar a ser muy desesperante y llevar a la persona a estados de acusado neuroticismo, incluso a estados psicóticos.
No hay que olvidar que el sueño cumple funciones reguladoras muy importantes, además de ayudarnos a establecer conexiones neuronales, mejorar el aprendizaje y recargar el cuerpo a nivel físico. Pensemos en la irritabilidad de un niño cuando tiene mucho sueño, una respuesta natural para satisfacer una necesidad de las más básicas.
En cuanto al insomnio, muchas veces vamos a encontrar hábitos tóxicos, obsesiones que no dejan de rumiar en la cabeza de una persona, inquietud y estrés, ansiedad…
Así, hablamos de la higiene del sueño, del cambio de hábitos, de aprendizaje de técnicas de relajación y otro tipo de prácticas relacionadas, que pueden ayudar a la persona conciliar el sueño de manera más efectiva hasta la desaparición total del problema.
Es por eso que en estos días de excepción, queremos dejaros desde la Biblioteca Altea, algunas recomendaciones para cuidar esa higiene del sueño que puede verse trastocada por la ruptura con el resto de la rutina cotidiana, a la que nuestro cerebro está acostumbrado.
Ante el insomnio, hay actividades que cuidan la higiene del sueño y otras que no lo hacen.
Entonces, para llegar a la noche cansado/a:
Intenta emular tu rutina diaria de otra manera.
Ordena armarios, trasteros, cajones…
Limpia aquello para lo que nunca tienes tiempo.
Si tenías rutina deportiva, intenta seguir ejerciéndola con ejercicios alternativos en casa.
Cocina comida casera, requiere de tu tiempo y es más sana.
Mantén tu cerebro activo con alguna actividad intelectual: lee, escribe, haz crucigramas, puzzles, juegos de estimulación cognitiva…
Para los momentos en los que no puedes dormir:
No te acuestes en la cama si no estás cansado/a.
No realices en la cama ninguna actividad que no sea dormir.
Si sientes que pasados 30 minutos aún no te has dormidor, sal de la cama. Evita quedarte dando vueltas en ella.
A la hora habitual de dormir, dale a tu mente mensajes certeros dirigidos hacia la creación de somnolencia:
Utiliza sólo luz tenue.
Realiza actividades sosegadas como leer.
Si ves algo en televisión que sea tranquilo.
Prepárate una bebida caliente y disfrútala en pequeños sorbos.
Colócate en una postura recostada, permite que tus ojos estén entrecerrados.
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