Las dianas que fabricamos

Consejos Altea, Crecimiento personal / 24.04.2017

“No ofende quien quiere, sino quien puede”
Torcuato Luca de Tena.

La tesis parte de que las cosas sólo tienen la capacidad de afectarnos en la medida en que se la concedemos. ¿Y si fuera así? Y en tal caso, ¿querría esto decir que soy culpable de todo aquello que me sienta mal? Por supuesto que no, pero tal vez sí tengas más responsabilidad de la que eres consciente.

Dardos pinchados en una diana

Las ofensas que nos ofrecen los demás tienen más que ver conmigo que con lo que ellos dicen o hacen.

Veamos, la idea es que algunas cosas nos afectan y otras no. Entonces, ¿qué cualidades tienen aquellas cuestiones, eventos, circunstancias, actitudes, palabras, actos, formas de ser… que sí me ofenden o me afectan de alguna manera? Voy a explicarlo a través de la metáfora de los dardos y la diana.

Imagina que alguien ha dicho algo que te ha sentado mal. Entonces, supongamos que ese comentario sería como un dardo cuya intención es darte. Siendo así, dependiendo de si tienes dianas fabricadas para ese dardo o no, la «afrenta» tendrá un lugar al que llegar. En el primer caso, el dardo dará de lleno, te dolerá, te enfadará, la ofensa se habrá hecho efectiva… En el segundo caso, el dardo pasará de largo porque no tiene donde dar. Si tú no tienes dianas fabricadas para ese tipo de dardos, entonces la ofensa no será tal, porque no lo permitirás.

Un ejemplo más concreto: supón que vas por la calle y un perro te ladra porque no le gusta el olor de tu colonia. Conoces a los perros y sabes lo que te está diciendo: <<¡Apestas! ¡Fuera de aquí!>>. Sigues unos pasos más adelante y entonces te encuentras a un niño de cuatro años de la mano de su madre. El niño te mira y te dice: <<¡Tonto! ¡Feo!>>, y acto seguido te saca la lengua.

Permíteme que vaticine que del perro pasarás olímpicamente. Es un perro al fin y al cabo, no tiene opción ni remotamente de dañar tu moral. Por eso precisamente sus ladridos (sus dardos) no tendrán una diana dentro sobre la que impactar. Con respecto al niño, a lo sumo pensarás que está maleducado, pero es un niño pequeño, dice lo primero que se le pasa por la cabeza. Y siendo así, probablemente tampoco tengas las dianas que sus dos dardos (tonto y feo) necesitan para que la ofensa se haga efectiva dentro de ti. Al final, ni al niño ni al perro les has otorgado la capacidad de ofenderte.

No sabemos qué pasaría, sin embargo, si esas críticas fueran más fuertes o vinieran de personas con las que posees una implicación emocional: tu pareja, tus padres,  tus amigos, incluso tu jefe/a. Y es que a muchas personas de tu entorno (y fuera de éste) sí les habrás otorgado el poder de la ofensa hacia ti. Y aquí está el quid de la cuestión: si hay muchas cosas que me ofenden o “me dan coraje” de los demás, lo que en realidad ocurre es que estoy proyectando en ellos cuestiones negadas de mí mismo.

Manos señalando en varias direcciones

Son varias las variables a través de las cuales algo se convierte en el foco de mi aflicción.

Esto es… ¡El problema no está en ellas, está en mí! Si yo me ofendo porque alguien me llama feo, lo que está ocurriendo en realidad es que yo me veo feo y no me gusta (esto es mío). Cuando alguien critica mi forma de conducir y yo me ofendo, lo que ocurre en realidad es que estoy poniendo en relieve mi inseguridad al conducir (esto también es mío). Si me ofende que alguien sea de tal o cual religión, de tal o cual condición sexual, de tal o cual orientación política, de tal o cual… lo que sea, lo que ocurre es que soy intolerante y me siento amenazado por lo diferente (y esto también es mío).

Entonces y siendo así, ¿qué variables afectan a que algo genere dianas dentro de mí o no lo haga? Es decir, ¿qué cualidades debe tener un comentario, comportamiento, actitud…, para que se transforme en un dardo y yo genere las dianas necesarias sobre las que impactar? En mi opinión, habría varios factores influyentes:

Cercanía/referencia. Mientras más cercana o de más referencia sea la persona, más te afectarán sus comentarios, actos, actitudes, etc.
Implicación emocional. Mientras más implicación afectiva haya, también más te afectará su opinión.
Persona querida/respetada. Cuando los dardos vayan contra una persona a la que ames o respetes muchísimo, entonces harás tuyos dichos dardos.
Heridas abiertas. Te sentará peor la actitud de una persona si tienes malestar irresoluto con ella.
Creencias profundas. Si sientes que una cuestión daña alguna creencia muy arraigada dentro de ti, inmediatamente generarás una gran diana para ella.
Orgullo. Muy relacionado con lo anterior, alimentarás dianas fuertes si consideras que lo que te llega está atentando contra tu orgullo.
Sensibilidad. Te pasará lo mismo si se toca un tema para el que tengas una sensibilidad especial.
Incomodidad. Cuando algo te haga sentir incómodo, se transformará en un dardo para ti.
Verdad. Esta variable generará dardos y dianas cuando aquello que te llega lo creas como una verdad absoluta y, por supuesto, esta verdad no te guste.
Proyección. A veces vamos a reflejar una parte negada de nosotros mismos en el comportamiento de otra persona, generando dianas injustificadas para ella.

¿Quiere esto decir que no existen personas que quieran dañarme? ¿Todo lo que me sienta mal es producto de mis dianas (de mis creencias) y no de la actitud de otros? No, por supuesto que hay personas con una actitud dañina, pero dicho daño podrá hacerse efectivo o no dependiendo la actitud que tú tomes al respecto. Incluso en esas circunstancias podrás decir: <<Perdona, eso no es mío, es tuyo y por lo tanto no pienso ofrecerle un espacio en mi mente>>. O simplemente hacer caso omiso de la crítica. Así, cada palo deberá aguantar su vela.

Mano en posición de prohibición de paso

Incluso cuando alguien te hace daño adrede puedes poner límites y devolverle su crítica.

Además, ten presente que en tu vida habrá “grandes maestros”. Llamo maestros a aquellas personas que te caen profundamente mal o que normalmente te generan un gran rechazo. En estos casos caben dos posibilidades: o son personas tóxicas (en cuyo caso te invito a que pongas límites) o estás proyectando en ellas algo que es tuyo. Quiero decir con esto que tienes muchas dianas diseñadas para esa persona: su actitud, comportamiento, forma de pensar, de hablar… En este caso, pregúntate qué tan malo tiene esa persona que no soportas. Tirando de honestidad y valentía, tal vez descubras que lo que no soportas está dentro de ti.

Y es que al final estamos llenos de negaciones. Negamos muchas partes de lo que somos porque no nos gusta mirar nuestros defectos a la cara. Eso activa un mecanismo de defensa como la proyección, o lo que es lo mismo, ver en ojo ajeno la paja mientras no vemos la viga en el nuestro. Y básicamente así es como se generan las dianas comentadas. No es que los demás estén siempre dispuestos a provocar una reacción en ti. Más bien es que estamos llenos de dianas dispuestas a ser tocadas por muchos dardos. Las ofensas, al final, son de mí hacia mí.

Así es que con todo, te dejo con las palabras de Descartes en clave de consejo: <<Cuando alguien me ha ofendido trato de elevar mi alma muy alto para que la ofensa no la alcance>>. Por supuesto, quiere decir que eleva sus dianas hasta donde los dardos no pueden llegar.

Continuará… En el próximo artículo hablaremos sobre 10 claves para no ofenderse (o verse afectado) con tanta facilidad.

Alfonso García-Donas 

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