¡Yo no celebro la Navidad! (Mentira). Las tradiciones y la psicología

Familia, Identidad, Obsesiones, Social / 22.03.2016

¿Por qué muchos jóvenes dicen no gustarle la Navidad?

Aprovechamos que estamos en Navidad para hablar del papel de las tradiciones en las sociedades humanas.

Las tradiciones son un sistema de pensamiento, creencias, hechos y costumbres que se han transmitido de generación en generación. Durante largos espacios de tiempo, han servido para enlazar el pasado con el presente y el futuro.

Un dragón chino en una fiesta popular china
Las tradiciones son la continuidad de ideas e instituciones en la vida de los pueblos, heredadas de los ascendientes a los descendientes, relacionadas con la religión, la ciencia, el arte, la política…

Los principios ideológicos clásicos en los cuales se basa la tradición fueron la mitología, la filosofía y la religión. Durante mucho tiempo fueron la manera de mantener el orden social, los valores y la moral de los pueblos. Sin embargo, podemos afirmar que el desarraigo por las tradiciones es cada vez más creciente entre las nuevas generaciones. Creemos que tiene que ver con el modelo de sociedad Occidental, que entre otras cosas es individualista, globalizada y cada vez más laica.

tradiciones
En el mundo Occidental, las nuevas generaciones tienden a abandonar las tradiciones de sus mayores por considerarlas obsoletas a la hora de entender y explicar sus modelos de vida.

Las nuevas generaciones tienden a cuestionar las tradiciones de sus ancestros y se decantan por intentar otros modos de ver la realidad que incluya también su dimensión espiritual, sin seguir el mandato de sus mayores. Tal es el caso de Navidad.

Una conciencia más alta de sí mismos, sumado a una mayor oportunidad de acceder a todo tipo de información (lo que incluye multitud de referentes además de los inmediatamente cercanos por contexto geográfico), hace que este fenómeno se observe en todas las latitudes.

Tal vez lo más interesante de esta circunstancia es que en muchos casos, una vez que han incursionado por las principales doctrinas de pensamientos, la gran mayoría se decida a volver a sus propias raíces. Tal vez en el análisis profundo de las distintas corrientes religiosas se dan cuenta de que todas dejan al descubierto una verdad común que trasciende las formas. No obstante, este cuestionamiento de la tradición no ha sido en vano. Al contrario, significa un cambio de actitud sumamente valiosa y evolutiva.

Ya no se trata de creer ciegamente por tradición, sino que se logra aprender a creer por convicción

Qué duda cabe que para Occidente el modelo que ha imperado al menos desde Constantino I (siglo III d.C.), el elemento cultural aglutinador, ha sido el cristianismo. Guste o no, es a través de esta corriente espiritual que se ha articulado la Sociedad Occidental desde el Imperio Romano.

Así, la Navidad es una de sus fiestas más significativas, ya que es la celebración del nacimiento del que vino a aportar la revelación del «único dios verdadero». Es desde aquí que el monoteísmo se impuso frente al politeísmo anterior y este es un elemento cimentador de nuestra sociedad. Nuiestro sentir, pensar y actuar depende de ello aunque no nos demos cuenta, incluso aunque nuestras convicciones nos lleve a rechazarlo de plano.

Durante la Navidad hacemos cosas que no hacemos en otras épocas: nos reencontramos con nuestros seres queridos, pensamos en quien nunca pensamos, tendemos a ser más humanistas, incluso tal vez contactamos con quien nunca lo hacemos. Y, salvo que tengamos otra creencia (religiosa o laica) cuyos elementos civilizatorios sean contradictorios a los del cristianismo (e incluso así), la Navidad no nos pasará desapecibida porque toda la sociedad Occidental gira en torno a ella. Tu cerebro lo sabe y se adhiere a este hecho más allá de tus propias convicciones. Sencillamente, es zona de confort mental.

Podemos no ser cristianos/as practicantes o incluso puede que seamos convencidamente ateos/as. No obstante el cristianismo y sus tradiciones están implícitas en cuestiones tan elementales como nuestra forma de vestir, nuestra estética a todos los niveles, nuestros roles sociales, el nombre de nuestros hijos, nuestros ritos relacionales para formar parejas y familias, festejar ciertas épocas del año o despedirnos de nuestros seres queridos en su muerte; incluso lo que comemos tiene que ver con esto.

Incluso en el rechazo, somos cristianos culturales y la Navidad es una de sus fiestas más significativas, si no la que más.

Es por eso que aunque no nos guste la celebración de la Navidad (algo inapelablemente legítimo), aunque no la celebremos, aunque parte de nuestra identidad se base en su rechazo; aún y así va a estar presente de manera implícita en nuestras vidas porque es un elemento civilizatorio cimentador. Dicho de otro modo: está en el ADN de nuestra sociedad.

Así, aunque no celebremos la Navidad de manera explícita, no podemos escapar a sus valores y a todo lo que la circunda. Por eso “es mentira” que no celebres la Navidad, porque por fuerza algo de todo lo analizado te va a llegar. Incluso puede que hasta te veas envuelto/a en una de sus (tal vez odiadas para ti) celebraciones, como Noche Buena, Papá Noel, Noche Vieja o el día de Reyes… Especialmente si tienes niños pequeños en casa.

No obstante y con todo, nos parece legítimo y necesario vivir en una sociedad que a nivel individual nos permite celebrar o no celebrar, adherirnos o no a esta o aquella tradición, a este o a aquel rito social. Porque de eso va vivir libremente: de tomar elecciones en base a unas convicciones que no tienen por qué ser las de la mayoría.

Altea Psicólogos

TAGS:

Déjanos tu comentario

Categorías

Cerrar
Terapia Online
Online Therapy

We can communicate with you in english

How would it be done?