CÓMO SE PROGRAMA EL CEREBRO DE UN NIÑO PARA QUE SEA UN ADULTO CON MIEDO Y ANSIEDAD

Ansiedad infantil, Consejos Altea, Maternidad, Niños, Sin categoría / 19.02.2020

CAPÍTULO DOS. CONOCER PARA CAMBIAR EL MIEDO Y LA ANSIEDAD


Aspirar a ser buenos padres para que nuestros hijos no crezcan con miedo y ansiedad, es el proyecto más ambicioso que podemos asumir. También uno de los más ilusionantes y, probablemente,  el más complejo.

Un objetivo sin un plan es sólo un deseo

Antoni de Saint-Exupéry.

Junto a este apasionante objetivo de no generar niños con miedo y ansiedad, los padres afrontan todo un reto en el que experimentaremos momentos de gloria. En otros, sin embargo,  tendremos que salvar obstáculos que muchas veces supondrán una “primera vez”. Por eso en Altea Psicólogos trabajamos diariamente con estas situaciones tan desconcertantes para muchos padres. Es nuestro deseo y vocación ayudarles a lograr aquello que todo padre y madre desea ver en sus hijos: que sean felices, que no tengan miedo a nada, que no padezcan ansiedad ante los obstáculos de la vida, que sean capaces de desenvolverse con solvencia…

Los padres vivimos las vulnerabilidades  de los hijos (su miedo, su ansiedad) como propias, al igual que los hijos viven las nuestras
Los padres vivimos las vulnerabilidades de los hijos (su miedo, su ansiedad) como propias, al igual que los hijos viven las nuestras

En artículos anteriores hablábamos de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos advierte del rápido crecimiento de los patrones de ansiedad entre niños y adolescentes. En Altea Psicólogos hemos constatado esta realidad. Por ello deseamos compartir algunas pautas que ayuden a los padres en su tarea de criar hijos sin miedo ni ansiedad.


Los psicólogos infantiles sabemos que las experiencias en la infancia y las directrices dadas por los adultos ante ellas, programan el cerebro de un niño. En nuestras manos tenemos el poder de hacerlos capaces y valientes ante la vida o adultos con una disposición a padecer miedo y ansiedad.

as experiencias en la infancia y las directrices dadas por los adultos ante ellas, programan el cerebro de un niño
Las experiencias en la infancia y las directrices dadas por los adultos ante ellas, programan el cerebro de un niño

Desde Altea Psicólogos, vamos a intentar explicar de manera fácil, a modo de guía para la prevención del miedo y la ansiedad en los niños, lo que en la práctica frecuentemente resulta complejo.

Aprender no es prepararse para la vida. Aprender es la vida misma

John Dewey

Cómo hacer que su hijo padezca miedo y ansiedad. Errores frecuentes:

Como padre-madre, muéstrele constantemente preocupación por todo. Sus hijos aprenderán de usted.

– Someta al niño a situaciones constantemente cambiantes, de incertidumbre, arbitrariedad y conflicto entre sus progenitores. No habrá mundo más peligroso que su casa.

Use el miedo como forma de controlar su comportamiento. Así, será el miedo quien controle sus decisiones en la vida adulta.

Haga un exceso de advertencias sobre posibles peligros. Esto conectará a su hijo/a con amenazas imaginadas que esculpirán un sistema nervioso en alerta. Actuar así programará en el niño la atención sesgada a una anticipación de posibles peligros, que se activará con sus pensamientos y no con la realidad de su vida. Cuando los pensamientos no responden con coherencia a la realidad, aparece el miedo y la ansiedad como mecanismos de defensa.

Realice frecuentes verbalizaciones acerca de profecías sobre un futuro catastrófico. Si el futuro se anticipa tan incierto y las certezas se sustentan sobre las posibles tragedias, su hijo/a no querrá salir al mundo a vivir. Se quedará cerca de usted para que le proteja, dependiente y en zona de confort-estancamiento.

Utilice un sistema perfeccionista para darle feedback sobre sus actuaciones. Así sentirá que nunca es suficiente, que las cosas nunca están bien. Las emociones leerán este mensaje de su cabeza y actuarán en consecuencia materializando corporalmente el miedo ante el error.

Juzgue todo cuanto vea y oiga. Esto dejará instalado en el niño/a un juez interno y una voz crítica que le machacará ante cualquier contratiempo.

Emita comentarios constantes así como un exceso de corrección. Debemos saber que adultos muy directivos activan en el niño creencias tipo: “no puedo, no soy capaz de hacerlo solo”.  Recordemos que nuestras acciones son fruto de nuestras creencias y no de nuestras capacidades.

La gente no puede porque sabe que puede, puede porque cree que puede

Virgilio

Use la supervisión atendiendo preferentemente al error. Dicho de otro modo, preste atención a lo que falta en su desempeño. Conectarle con sus equivocaciones dificultará la remontada.

Establezca estilos relacionales basados prioritariamente en la queja. Sesgos atencionales que contemplan y hablan constantemente de lo que no funciona siembran malestar y sensación de estar atrapados.

Sobreprotéjale. Le hará creer que es menos capaz de lo que es.

Regañe duramente los errores. Le enseñará a temerlos y a experimentar la vida como un constante examen.

Satisfaga todos sus deseos y así creará un tirano, frustrado e insatisfecho, independientemente de los lujos que pueda ofrecerle.

Responda con inmediatez a las demandas, indistintamente de su importancia. No entrenar la paciencia, la constancia y la autorregulación hará que las cosas en la vida que sólo se obtienen tras un trabajo constante a medio y largo plazo no estén a su alcance.

No le entrene en el esfuerzo y le mantendrá pequeño, esperando que otros le resuelvan y culpando al mundo de todo.

Los hijos no necesitan padres perfectos, necesitan padres que los amen y estén dispuestos a aprender de sus errores.
Los hijos no necesitan padres perfectos, necesitan padres que los amen y estén dispuestos a aprender de sus errores.

Y ahora recuerde: todos los padres lo hacemos lo mejor que sabemos y podemos según las circunstancias de nuestra vida. Los hijos no necesitan padres perfectos, necesitan padres que los amen y estén dispuestos a aprender de sus errores.

Si le ha resultado útil este artículo, compártalo. Aprendamos unos padres de otros.

Julia Sáez Gázquez

Psicóloga Clínica Infantil

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