Red Flags…¿De qué hablan nuestros jóvenes?

Adolescencia, Adultos, Comunicación, Sin categoría, Social / 01.12.2022

Las nuevas formas de etiquetar las relaciones personales

Red Flags, Ghosting, gaslighting, benching… Es posible que, si lees y no sabes qué significan estas palabras, hayas cumplido ya algunos años. También es bastante probable que convivas con personas jóvenes y no entiendas todas esas palabras que incluyen en sus conversaciones. El avance tecnológico, los cambios culturales y las nuevas vías de comunicación, como las redes sociales, influyen cada vez más en el lenguaje cotidiano. Como consecuencia de esto, se produce un incremento de nuevas expresiones y palabras que se establecen en el glosario popular (al menos, entre los más jóvenes).

Todas estas nuevas expresiones nacen en un contexto en el que las relaciones personales entre las generaciones más jóvenes toman un peso específico enorme. El acceso a la información en redes sobre cómo debe ser una relación interpersonal, así como la cantidad de juicios de valor (a favor y en contra) de determinados comportamientos, moldean la percepción de la realidad y, por ende, la conducta de las personas que se exponen a ello.

Relaciones redes sociales red flags

Las Red Flags, elemento de alerta

El término Red Flag ha comenzado a popularizarse a lo largo de los últimos meses en las redes sociales más utilizadas, las cuales se han llenado de banderas rojas a modo de emojis (iconos), para el desconcierto de los usuarios menos familiarizados con estos conceptos.

Las Red Flags -banderas roja traducido al español- son utilizadas para señalar un peligro, aviso de contexto peligroso o un conjunto de comportamientos considerados como dañinos. Su utilización en las redes está enfocada a señalar y marcar aquellos comportamientos que se delimitan como desagradables o poco deseables.

Su uso ha ido variando, siendo también utilizado en un tono desenfadado e irónico. Esto ha supuesto un filón para aquellos usuarios que exponen temáticas en tono humorístico, aunque su utilización ha sido reivindicada por aquellos que creen más útil poner este recurso al servicio de denunciar y visibilizar situaciones de abuso o maltrato. Por ejemplo, relaciones «tóxicas» de pareja, homofobia, racismo, etc.

red flags

Otras nuevas etiquetas «Red Flag»

En torno a estas nuevas formas de etiquetar los comportamientos en las relaciones personales, las personas jóvenes distinguen diferentes prácticas que pueden suponer un riesgo emocional y que se identifican como peligrosas y «cancelables». A continuación, destacamos algunas de ellas:

 

El ghosting , que proviene de ghost( fantasma en inglés), es una forma de comportamiento que consiste en cortar una relación afectiva sin previo aviso. Una persona que hace ghosting desaparece de la vida de la otra sin dar ningún tipo de explicación. En Altea hicimos una entrada hablando sobre este fenómeno. Puedes leerlo aquí.

El benching equivaldría a «ser el segundo plato». La persona que presenta este comportamiento no termina de desaparecer, sino que se manifiesta de forma «intermitente». Mantiene contacto de forma esporádica, siempre de una manera breve y superficial, con el objetivo de mantener la atención para obtener algún beneficio en el caso de que alguna vez le sea de interés.

Gaslighting. Traducido al español, tendríamos la red flag de hacer «luz de gas». Se trata de una práctica en la que una persona hace dudar a otra sobre la realidad. La persona que hace gaslighting consigue que alguien dude de su cordura con el objetivo de dar por ocurrido algo que nunca llegó a pasar, negar un hecho o presentar información falsa. A modo de curiosidad, el término proviene de una película estadounidense de 1944 llamada «Gas Light».

El Zombieing sucede cuando una persona que anteriormente ha hecho ghosting reaparece en nuestra vida como si no hubiese ocurrido nada. Proviene de la palabra zombie, haciendo el símil de alguien que «revive de entre los muertos».

Una persona sufre Curving cuando es rechazado de una una forma muy sutil. Este comportamiento resulta tan ambiguo que es difícil darse cuenta. La persona que practica el curving mantiene un comportamiento ambivalente, a través del cual no hace explícito que ha dejado de estar interesada.

El Lovebombing o bombardeo de amor consiste en llevar a cabo muestras exageradas de afecto y cariño con el objetivo de persuadir e influir en la conducta de una persona.

El peligro de etiquetar todos los comportamientos

Llegados a este punto, podríamos pensar que todas estos comportamientos no tienen mucho de novedoso. Esta nueva forma de etiquetar y designar palabras que engloben conductas dañinas o peligrosas llega para quedarse. En una sociedad con tendencia al individualismo y la liquidez (te recomendamos esta entrada en el blog sobre las relaciones líquidas), es fácil encontrar esa dificultad para soportar la incertidumbre. Si bien es cierto que clasificar las conductas en diferentes categorías puede servir de utilidad para clarificar y tener sensación de control, un mal uso de esas etiquetas puede llevar a una hipervigilancia y más aumento de la ansiedad que lo que nos puede aliviar.

Lo que hay debajo del iceberg

Cuando etiquetamos un comportamiento, la tendencia natural es observar únicamente qué hace la persona. Cuando prestamos atención exclusivamente a esto, solo estamos viendo la punta del iceberg, es decir, lo que podemos observar. Esto puede traer algunas dificultades. Veamos un ejemplo:

  • Meto las manos en los bolsillos para tener menos frío.
  • Meto las manos en los bolsillos para sosegarme y aplacar mis nervios.
  • Meto las manos en los bolsillos para disimular después de haber hecho algo.

Podemos observar que todas estas conductas tienen el mismo «envoltorio», es decir, son iguales en forma pero tienen un «Por qué» y «Para qué» bien diferentes.

Cuando, además de la forma en la que una persona se comporta, atendemos al «¿Por qué? y ¿Para qué?» esa persona se comporta así, obtenemos una visión más completa de la conducta.

 

red flags

 

Estas Red Flags que hemos descrito anteriormente hacen mucho hincapié en la forma en la que el comportamiento se presenta. Esto puede acarrear que estemos obligados meter a todas las personas que se comportan de determinada manera en el mismo saco. La actual tendencia a la sobre-etiquetación puede llevar implícita también la criminalización de comportamientos que podrían ser normales o comunes.

Podemos caer en afirmar que una persona es narcisista, malvada o calculadora cuando realiza estas conductas, sin embargo, conviene entender que el comportamiento de todas las personas está controlada por los mismos principios y muchas personas no son conscientes de estar cometiendo estos errores. Un claro ejemplo de esto podría ser el del lovebombing, ya que (por norma general) las personas solemos mostrar un cariño más intenso al comienzo de una relación

En definitiva, el lenguaje va modificándose e incluyendo categorías y conceptos a un ritmo vertiginoso, lo cual lleva a una necesidad de adaptarse a estos cambios, no solo para comprender a quienes utilizan estos términos, sino para no caer en errores que ahora se identifican con claridad y antes, quizás, no tanto. Sin embargo, es fundamental profundizar en la comprensión del comportamiento, y ensalzar la función que tienen estas conductas en lugar de andar siempre «atascados» en la superficie.

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Manuel Buzón

Psicólogo Sanitario

 

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