Síndrome de la cara vacía

Angustia, Ansiedad, Autoestima, Conductas inadaptadas, Inseguridad, Social / 22.05.2022

El pasado 20 de abril dijimos adiós a la mascarilla en interiores por primera vez desde hace casi dos años a causa de la pandemia, y a día de hoy llevamos un mes adaptándonos de nuevo a vivir sin ella. Pero no todo el mundo se ha sentido aliviado por ello. La mascarilla nos ha protegido del coronavirus, pero también de las miradas ajenas, de nuestros miedos e inseguridades. Y todo ello puede provocar cierta ansiedad social, es lo que se ha acuñado como Síndrome de la cara vacía.

A pesar de que ahora nuestra forma de socializar volverá definitivamente a la normalidad, nuevos problemas pueden surgir con el fin de las mascarillas. En este sentido, se habla ya del síndrome de la cara vacía, un concepto que se ha construido a raíz de la pandemia. El cual daría explicación a un fenómeno psicológico por el que el ser humano tiende a completar la información de una cara cuando no puede identificar una parte porque está cubierta. Es lo que se conoce como psicología de la forma.

Las personas tienen mucha facilidad para ver caras en cualquier contorno, por ejemplo, en las nubes, en una pared, etc, y es que “ancestralmente necesitábamos ver las caras de nuestros posibles depredadores y, por tanto, estamos muy acostumbrados a procesar la información como caras”, refiere el profesor Soler de la UOC.

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Así, cuando nos faltan detalles de algún rostro, tendemos a completarlo según nuestro gusto y criterio. Este síndrome, también conocido como ‘mask fishing‘, puede tener dos vertientes. La primera de ellas es la sensación de que nos encontramos ante individuos que desconocemos. Sobre todo si son personas con las que antes de la pandemia no interactuábamos. La segunda, es esa asociación de que una imagen facial corresponde a otra cara. Por ese motivo, podemos tener el pensamiento de que alguien parecía más guapo con la mascarilla que sin ella.

¿Quiénes pueden padecer este síndrome de la cara vacía?

Las personas más propensas a desarrollar este síndrome son las que ya sufrían algún tipo de patología psicológica anterior. Así, perfiles ansiosos y con miedos con respecto a exponerse sin mascarilla ante situaciones sociales, serían muy vulnerables.

En esos casos es muy fácil que dejen de salir para no tener que mostrarse ante los demás, que abandonen sus amistades, etc. Incluso pueden llevar a los afectados a un aumento en el consumo de alcohol u otras sustancias. Todo ello para tratar de sobrellevar la angustia y el estrés que les generan las situaciones a las que se exponen.

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El síndrome de la cara vacía afecta en mayor medida a los adolescentes, ya que están inmersos en una etapa con muchos cambios, tanto a nivel personal como físico. Así, la mascarilla durante estos dos años les ha servido de escudo protector. Ocultando aquellos aspectos faciales que no les gustaba de sí mismos, como puede ser el acné, el vello en facial o los ‘brackets’.

No obstante, el ‘mask fishing’ también puede afectar a adultos tras haber ganado seguridad por llevar la mascarilla.

¿Qué podemos hacer para superar el síndrome de la cara vacía?

Pasar de la evitación al enfrentamiento de las situaciones que le producen estrés. Sin forzar a la persona, dándole el tiempo que necesiten para que comprueben por sí mismos que son aceptados con o sin mascarilla.

-Hacer una lista de situaciones que resultan incómodas para la persona. Ordenándolas de menor a mayor grado, y a partir de ahí, ir enfrentándose a ellas de las más sencillas a las más complejas.

-Quitarse la mascarilla de manera progresiva, tanto en tiempo, como en los lugares. Empezar de los lugares en los que se sientan más seguros, y desde ahí ir escalando.

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-Darse tiempo entre un paso y otro, para aprender que quitándose la mascarilla no ocurre nada grave. Cuando se sientan cómodos en el nuevo espacio conquistado, pasar al siguiente.

Comenzar por enfrentarse, primero, a pequeños grupos con los que nos sintamos cómodos e ir avanzando de formar progresiva.

-Es muy importante valorar los beneficios que conlleva el no usar mascarilla. Tales como respirar más y mejor, sentir menos calor, ver mejor en el caso de llevar gafas ya que se empañan, etc.

-Es conveniente recolocar todos los pensamientos irracionales que se generan en la mente relacionados con la protección de la mascarilla, puesto que de la misma manera que protege también es un elemento que separa de las personas, ya que ver el rostro de las personas es algo que nos ayuda a regular las emociones.

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-En cuanto a los más pequeños (era obligatoria en los mayores de 6 años y ya no habrá que utilizarla en las aulas) se recomienda a padres y educadores que les expliquen el nuevo contexto y las excepciones de su uso.

Si tras leer este artículo piensas que puedes padecer “Síndrome de la Cara Vacía”, desde Altea Psicólogos podemos ayudarte. La terapia será muy distinta si hay que enfrentar un perfil de miedo extremo al contagio, o si hay que trabajar con un miedo a la exposición, una baja autoestima o un mal concepto de uno mismo: Lo importante es no quedarse en la superficie y buscar los problemas anteriores que pueda haber debajo de ese “Síndrome de la cara vacía”.

Te recomendamos leer nuestro artículo sobre Dismorfofobia.

Mª Ángeles Iáñez Velasco

Psicóloga

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