Trastorno de la Conducta: rabietas, oposicionismo, desobediencia, etc.
Los comúnmente conocidos como trastornos de la conducta, son tratados en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación de Psiquiatría Americana (DSM-V) como Trastornos destructivos del control de los impulsos y de la conducta. Su clasificación y criterios son los que siguen:
Trastorno negativista desafiante
Un patrón de enfado/irritabilidad, discusiones/actitud desafiante o vengativa, manifestado a través de cuatro síntomas de cualquiera de las siguientes categorías y que se exhibe durante la interacción con al menos un individuo que no sea un/a hermano/a.
Enfado/irritabilidad:
- A menudo pierde la calma.
- A menudo está susceptible o se molesta con facilidad.
- A menudo está enfadado y resentido.
Discusiones/actitud desafiante:
- Discute a menudo con la autoridad o con los adultos, en el caso de los niños y los adolescentes.
- A menudo desafía activamente o rechaza satisfacer la petición por parte de figuras de autoridad o normas.
- A menudo molesta a los demás deliberadamente.
- A menudo culpa a los demás por sus errores o su mal comportamiento.
Vengativo/a:
- Ha sido rencoroso/a o vengativo/a por lo menos dos veces en los últimos seis meses.
Trastorno explosivo intermitente
- Arrebatos recurrentes en el comportamiento que reflejan una falta de control de los impulsos de agresividad, manifestada por una de las siguientes:
- Agresión verbal y/o física contra la propiedad, los animales u otros individuos.
- Tres arrebatos en el comportamiento sucedidos en los últimos doce meses, que provoquen daños o destrucción de la propiedad o agresión física con lesiones a animales u otros individuos.
- La magnitud de la agresividad expresada durante los arrebatos recurrentes es bastante desproporcionada con respecto a la provocación o cualquier factor estresante psicosocial desencadenante.
- Los arrebatos agresivos recurrentes no son premeditados (es decir, son impulsivos o provocados por la ira) ni persiguen ningún objetivo tangible (p. ej., dinero, poder, intimidación).
- Los arrebatos agresivos recurrentes provocan un marcado malestar en el individuo, alteran su rendimiento laboral o sus relaciones interpersonales, tienen consecuencias económicas o legales.
- El individuo tiene una edad cronológica de seis años por lo menos (o un grado de desarrollo equivalente).
- Los arrebatos no se explican por la presencia de otro trastorno mental o afección física o neurológica.
Trastorno de la conducta
Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de otros, las normas o reglas sociales propias de la edad, lo que se manifiesta por la presencia en los doce últimos meses de por lo menos tres de los quince criterios siguientes en cualquier de las categorías siguientes, existiendo por lo menos uno en los últimos seis meses:
Agresión a personas y animales:
- A menudo acosa, amenaza o intimada a otros.
- A menudo inicia peleas.
- Ha usado un arma que puede provocar serios daños a terceros.
- Ha ejercido la crueldad física contra personas.
- Ha ejercido la crueldad física contra animales.
- Ha robado enfrentándose a una víctima.
- Ha violado sexualmente a alguien.
Destrucción de la propiedad:
- Ha prendido fuego deliberadamente con la intención de provocar daños graves.
- Ha destruido deliberadamente la propiedad de alguien (pero no por medio del fuego).
Engaño o robo:
- Ha invadido la casa, edificio o automóvil de alguien.
- A menudo miente para obtener objetos o favores, o para evitar obligaciones.
- Ha robado objetos de valor no triviales sin enfrentarse a la víctima.
Incumplimiento grave de las normas:
- A menudo sale por la noche a pesar de la prohibición de sus padres, empezando antes de los 13 años.
- Ha pasado una noche fuera de casa sin permiso mientras vivía con sus padres o en un hogar de acogida, por lo menos dos veces o una vez si estuvo ausente durante un tiempo prolongado.
- A menudo falta en la escuela, empezando antes de los 13 años.
- El trastorno del comportamiento provoca un malestar clínicamente significativo en las áreas social, académica o laboral.
- Si la edad del individuo es de 18 años o más, no se cumplen los criterios de trastorno de la personalidad antisocial.
Trastorno de la personalidad antisocial
Patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás, que se produce desde los 15, y que se manifiesta por tres (o más) de los hechos siguientes:
- Incumplimiento de las normas sociales respecto a los comportamientos legales, que se manifiesta por actuaciones repetidas que son motivo de detención.
- Engaño, que se manifiesta por mentiras repetidas, utilización de alias o estafa para provecho o placer personal.
- Impulsividad o fracaso para planear con antelación.
- Irritabilidad y agresividad, que se manifiesta por peleas o agresiones físicas repetidas.
- Desatención imprudente de la seguridad propia o de los demás.
- Irresponsabilidad constante, que se manifiesta por la incapacidad repetida de mantener un comportamiento laboral coherente o cumplir con las obligaciones económicas.
- Ausencia de remordimiento, que se manifiesta con indiferencia o racionalización del hecho de haber herido, maltratado o robado a alguien.
- El individuo tiene como mínimo 18 años.
- Existen evidencias de la presencia de un trastorno de la conducta con inicio antes de los 15 años.
Piromanía
- Provocación de incendios de forma deliberada e intencionada en más de una ocasión.
- Tensión o excitación afectiva antes de hacerlo.
- Fascinación, interés, curiosidad o atracción por el fuego y su contexto.
- Placer, gratificación o alivio al provocar incendios o al presenciar o participar en sus consecuencias.
Cleptomanía
- Fracaso recurrente para resistir el impulso de robar objetos que no son necesarios para uso personal ni por su valor monetario.
- Aumento de la sensación de tensión inmediatamente antes de cometer el robo.
- Placer, gratificación o alivio en el momento de cometerlo.
- El robo no se comete para expresar rabia ni venganza, ni en respuesta a un delirio o una alucinación.
- El robo no se explica mejor por un trastorno de la conducta, un episodio maníaco o un trastorno de la personalidad antisocial.
Trastornos de la conducta en niños y adolescentes
Un trastorno de la conducta o trastorno del comportamiento es un trastorno que suele iniciarse en la etapa infantil y se caracteriza por conductas antisociales que transgreden los derechos de los demás, así como las reglas sociales apropiadas para la edad.
Puede incluir comportamientos como: irresponsabilidad, delincuencia juvenil, absentismo escolar o escaparse reiteradamente del centro, robar, agresión física contra personas o animales, asalto o violación. Aunque estos comportamientos suelen aparecer en combinación, también pueden aparecer aisladamente.
¿Cuál es la causa de un trastorno de la conducta en la infancia y adolescencia?
Las condiciones son multifactoriales, lo que quiere decir que son múltiples variables las que condicionan la aparición y mantenimiento del trastorno de la conducta en niños, adolescentes y adultos.
Los datos neuropsicológicos abordan pruebas contundentes sobre un deterioro significativo en el lóbulo frontal del cerebro, involucrado en las funciones ejecutivas. Entre las más importantes, encontramos: flexibilidad, planificación, actualización, monitorización, toma de decisiones, inhibición de respuesta, establecimiento de metas, velocidad de procesamiento, capacidad de aprendizaje de experiencias negativas, capacidad para visualizar e integrar consecuencias en base a la experiencia, mentalización. El funcionamiento deficitario de estas funciones determina en gran medida la existencia de trastornos de conducta en niños y adolescentes.
Además, se considera que también existe una base genética en el temperamento infantil, siendo que los niños y adolescentes a los que se les observa un temperamento difícil desde la primera infancia tienen más probabilidad de desarrollar problemas de conducta.
Otras variables que pueden estar involucradas en el desarrollo de un trastorno de conducta en niños son: un núcleo familiar desorganizado, disfuncional o violento; contacto desde pequeños con la marginalidad social o la delincuencia; una situación de abandono temprano, o el síndrome de alcoholismo fetal, ambas circunstancias muy frecuentes en niños adoptados nacidos en contextos socioculturales socialmente desfavorecidos.
Por último, también puede afectar una historia de trauma temprano, incluso prenatal, circunstancia que puede ser transversal a todas las condiciones socioculturales anteriormente comentadas.
¿Quién resulta afectado por los trastornos de la conducta?
En décadas anteriores existía una diferencia significativa en la prevalencia de los trastornos de conducta en cuanto al sexo. Así, se encontraba una mayor presencia de trastornos de conducta en chicos que en chicas. Pero en las últimas dos décadas la prevalencia ha tendido a igualarse, siendo que en el año 2000 los datos abordaban una prevalencia del 24,2% en los niños, mientras que de un 21% en las niñas. Creemos que las variables socioculturales tienen mucho que ver en la equiparación de estas cifras.
¿Cuáles son los síntomas generales de los trastornos de conducta?
La mayoría de los síntomas del trastorno de conducta son transversales a la infancia. Dicho de otro modo, pueden darse en todos los niños/as, sin embargo, encontramos que en los niños/as con trastorno de conducta dicho síntomas se presentan con más intensidad y generan desajustes en el aprendizaje y en las relaciones personales (padres, amigos, profesores, etc.).
Así, los comportamientos propios de un trastorno de conducta suelen darse en cuatro grandes grupos. En la siguiente clasificación, encontraríamos la respuesta a ¿qué son exactamente las conductas disruptivas? Veámoslas:
Conducta agresiva.
- Conducta intimidatoria
- Comportamiento acosador
- Frecuentes peleas
- Crueldad con animales y/o otros niños/as.
- Tenencia y uso de armas
- Conductas sexuales irregulares o delictivas como acoso, forzamiento o incluso violación.
Conducta destructiva.
- Vandalismo
- Destrucción intencionada de la propiedad privada o pública
- Incendio intencionado
Falsedad o comportamiento deshonesto
- Mentir
- Robar o hurtar
- Actitud y acción delictiva
Violación de reglas y normas sociales acordes a su edad
- Absentismo escolar
- Escaparse de casa, de la escuela o de otra institución o lugar con normas
- Burlarse de otros
- Actitud y acción con intención maliciosa
- Actividad sexual muy precozmente
- Consumo de alcohol y otras drogas muy tempranamente
¿Quién diagnostica un trastorno de conducta en niños y adolescentes?
La persona facultada para diagnosticar un trastorno de conducta es un/a profesional de la salud mental infanto-juvenil: psiquiatra, psicólogo/a o neurólogo/a.
¿Cómo se hace el diagnóstico de un trastorno de conducta?
En primer lugar, se necesita una detallada historia del problema. En dicha historia estarán implicados el padre y la madre y a ser posible el profesorado, aportando detalles de la conducta del/a niño/a en diversos contextos.
Además, están las pruebas psicológicas específicas que no sólo evalúan comportamiento, sino también otros síntomas que pueda estar alimentando el trastorno de conducta. Entre los aspectos más importantes a evaluar se encuentran: estado de ánimo, ansiedad, personalidad, socialización, historia de crianza traumática o retraso madurativo.
También se deberá evaluar, si procede, la existencia de otros trastornos que pueden coexistir, alimentar o incluso que el propio trastorno de conducta forme parte de ellos como a nivel sintomatológico. Entre lo más comunes podemos encontrar: trastornos del espectro autista, trastorno por déficit de atención/hiperactividad, trastornos específicos del aprendizaje, disfunción cognitiva, trastornos por abuso de sustancias, trastorno de estrés postraumático, trastorno de alcoholismo fetal, entre otros.
¿Cuál es el tratamiento para el trastorno de conducta?
Dependerá de varios factores como la edad, la existencia o no de otros trastornos asociados, capacidad cognitiva del/a niño/a, presencia o no de terapia farmacológica, modelo familiar, entre otras variables.
El tratamiento de un trastorno de conducta suele incluir:
- Elementos cognitivos-conductuales enfocados en aumentar la destrezas y habilidades de la persona para resolver problemas, comunicarse mejor, controlar sus impulsos, así como su ira en ocasiones desmedidas.
- Pautas familiares para saber enfocar algunas situaciones por parte de los padres y hermanos/as, así como mejorar la comunicación en casa.
- Terapia grupal de pares, para aumentar la destreza social y las herramientas y estrategias para desenvolverse y desarrollarse de forma adecuada en el mundo a nivel relacional y otros niveles.
- Medicación, que puede ser utilizada para controlar la sintomatología de otros trastornos que suelen coexistir con el trastorno de conducta.
Prevención del trastorno de la conducta en la infancia
La secuencia de condiciones adversas para el desarrollo de un trastorno de conducta podemos encontrarla en prácticas de crianza inefectivas o negligentes, que pueden continuar con una historia de fracaso escolar e ineficacia en las interacciones con el grupo de iguales y finalmente terminar por un complejo desajuste del sujeto con respecto a una vida normativa.
Para prevenir dicha secuencia, sabemos que cuidar las condiciones de gestación ayuda mucho a que el cerebro y el sistema nervioso del bebé se genere y desarrolle con normalidad, lo que previene sobremanera el futuro desarrollo de problemas centrales o periféricos al desarrollo de trastornos de conducta y otros trastornos en la infancia.
Así mismo, unas buenas condiciones ambientales, sociales y familiares que acojan a la venida del niño/a al seno de un entorno estructurado, estable y bien regulado también es un buen factor de predicción positiva en torno a la no aparición de estos trastornos.
También es importante que los cuidados del/a niño/a sean adecuados durante toda su infancia y adolescencia, especialmente en los dos-cuatro primeros años de vida, ya que su sistema cerebral y nervioso se está desarrollando en estos momentos y de ello podrá depender en gran medida la aparición o no de problemas mentales, emocionales, en el desarrollo o en la conducta.
Estas y otras experiencias (como alcoholismo en casa, violencia familiar, contexto delictivo, problemas con la ley, padres/madres ausentes…) con frecuencia pueden generar un estado de ánimo deprimido en el niño/a, que sin duda será un caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de trastornos de conducta.
Otros factores que pueden estar involucrados son el abuso infantil, la susceptibilidad genética, daños cerebrales concretos, historia de trauma o abandono temprano.
¿Trastorno mental y trastorno de la conducta es lo mismo?
No exactamente. Un trastorno mental se define como toda alteración clínicamente significativa de la cognición, la regulación de las emociones o el comportamiento de un individuo. Existen muchos trastornos mentales, desde los más leves a los más graves.
Un trastorno de la conducta es una alteración muy concreta del comportamiento de la persona. Podríamos decir que es un trastorno en el comportamiento, sólo en el comportamiento, si bien es cierto que puede ir acompañado de otros trastornos mentales que afecten a la cognición y al estado de ánimo.
¿Qué es una rabieta?
Una rabieta es una manifestación de ira muy fuerte por parte del niño/a que incluye llanto desproporcionado, pataletas, gritos, golpes e incluso puede llegar a la agresión física.
Suelen manifestarse sobre todo entre los dos y los cuatro años, aunque pueden extenderse hasta los cinco años e incluso más allá.
Existen tres tipos de rabietas:
- Rabietas fisiológicas: cuando no tienen alguna necesidad básica cubierta: dormir, comer, etc.
- Rabietas emocionales: cuando se empeñan con algo o tienen algún capricho.
- Rabietas secundarias o utilitarias: cuando quieren conseguir algo.
¿Qué es la desobediencia y por qué los niños son desobedientes?
La desobediencia es una conducta negativista que la persona ejerce para no hacer algo que se le está pidiendo y que por lo que sea no quiere hacerlo.
La desobediencia puede formar parte de todas las etapas de la vida y es una manera en la que el niño y adolescente tienen de reivindicarse con respecto al mundo. En este sentido, debemos entender que el NO es una de las primeras palabras que manejamos después de las básicas (como mamá y papá) y en cualquier caso aparece mucho antes que el sí.
Diríamos que la negación o el carácter negativista es la primera frontera y posteriormente la más útil para reivindicarnos y posicionarnos con respecto a un mundo que no siempre es dócil y amable. Téngase en cuenta también que el cerebro del adolescente no está acabado de hacer hasta bien entrada la veintena, por lo que las estructuras que nos aportan sensatez, sentido común…, madurez, en definitiva, aún están por hacer. Dicho de otro modo: lo que como adultos nos parece lógico y sensato, a ellos no.
Es por eso que podríamos resumir la desobediencia con el siguiente aforismo: “me niego, luego existo”.
¿Qué desencadena el trastorno de personalidad antisocial?
Un trastorno de la personalidad antisocial es la posible versión adulta de un trastorno de conducta infanto-juvenil. A saber:
Patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás, que se produce desde los 15 años de edad, y que se manifiesta por tres (o más) de los hechos siguientes:
- Incumplimiento de las normas sociales respecto a los comportamientos legales, que se manifiesta por actuaciones repetidas que son motivo de detención.
- Engaño, que se manifiesta por mentiras repetidas, utilización de alias o estafa para provecho o placer personal.
- Impulsividad o fracaso para planear con antelación.
- Irritabilidad y agresividad, que se manifiesta por peleas o agresiones físicas repetidas.
- Desatención imprudente de la seguridad propia o de los demás.
- Irresponsabilidad constante, que se manifiesta por la incapacidad repetida de mantener un comportamiento laboral coherente o cumplir con las obligaciones económicas.
- Ausencia de remordimiento, que se manifiesta con indiferencia o racionalización del hecho de haber herido, maltratado o robado a alguien.
Las consecuencias suelen incluir: un fuerte desajuste de la persona con respecto a su grupo de referencia, problemas con la ley y la justicia, paso por prisión, drogodependencia, relaciones personales que frecuentemente incluyen la violencia, incapacidad para mantener un trabajo normal, una vida al margen del marco normativo y legislativo, mala relación con familiares de origen, vecinos, etc.