Ansiedad, angustia, crisis de pánico y trastornos de ansiedad.

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es una sintomatología que está en la base de todos los trastornos de ansiedad y que está muy relacionada con la respuesta de miedo. El miedo es una respuesta emocional a una amenaza inminente, real o imaginaria, mientras que la ansiedad es una respuesta anticipatoria a una amenaza futura. Aunque ambas se refieren a una reacción de alerta ante el peligro, hay diferencias entre ellas. Mientras el miedo se asocia a una súbita activación del sistema nervioso autónomo que prepara al individuo la defensa o la fuga, pensamientos de peligro inminente y conductas de huida; la ansiedad está más asociada con tensión muscular, hipervigilancia en relación a un peligro futuro y comportamientos de precaución, prevención, control o evitación. 

Los trastornos de ansiedad son aquellos en los que el miedo y la ansiedad excesivos son el síntoma principal, acompañados de alteraciones conductuales como la evitación y el escape. 

Las crisis de pánico (ataques de pánico) se presentan principalmente en los trastornos de ansiedad como un tipo particular de respuesta al miedo, aunque también pueden observarse en otro tipo de trastornos. 

La diferencia entre los ataques de pánico y la ansiedad es que ésta última es una sensación continua, no repentina, de miedo, nerviosismo, inquietud, etc., que conlleva múltiples manifestaciones físicas presentes en los ataques de pánico, pero que no llega a alcanzar el mismo nivel de gravedad. Una crisis de ansiedad puede durar horas e incluso días y tiene una causa concreta identificada (una preocupación o un agente estresante).

Los diferentes trastornos de ansiedad se distinguen según el tipo de estímulos o situaciones que generan el miedo, la ansiedad o las conductas evitativas, y según los pensamientos asociados, aunque en numerosas ocasiones se dan varios trastornos de ansiedad de forma comórbida (a la vez). 

¿Es normal sentir ansiedad en ciertas situaciones? Descubre cuándo la angustia se convierte en un trastorno.

La palabra ansiedad se utiliza para describir la respuesta mental y física que se produce ante situaciones de peligro. Se trata de una reacción normal que experimenta todo el mundo a veces (por ejemplo, antes de una prueba médica, al hablar en público, antes de una cita importante, etc.). Puede proporcionarle una ayuda adicional para escapar del peligro o darle una energía mayor para completar las tareas que tiene pendientes. Entendida como tal, es un mecanismo de defensa del organismo y por tanto no necesariamente negativa.

Sin embargo, la ansiedad se convierte en un problema cuando los síntomas son:

  • Excesivos, graves y desagradables.
  • Duran mucho tiempo (6 meses o más, aunque hay excepciones a este criterio).
  • Ocurren con demasiada frecuencia.
  • Si aparecen ante situaciones que realmente no deberían ser estresantes.
  • Si nos impiden hacer lo que queremos hacer.

La ansiedad está en la base de diferentes trastornos psicológicos, como los siguientes:

  • Trastorno de ansiedad generalizada. La ansiedad puede ser una sensación general y constante de preocupación. Si desea más información sobre esto pida a su médico/a el folleto: “¿Qué es el trastorno de ansiedad generalizada (TAG)?
  • Trastorno de pánico. Ataques súbitos de sentimientos de pánico. Si desea más información sobre esto pida a su médico/a el folleto: “¿En qué consiste el trastorno de pánico?
  • Agorafobia. Sentimientos de pánico en lugares donde la persona tiene la sensación de no poder salir o escapar, de sentirse desprotegidos, adquiriendo miedo así a viajar, a acudir a centros comerciales, lugares públicos, etc.
  • Trastorno de estrés postraumático. Aparece ansiedad tras haber vivido una experiencia aterrorizante que implica daño físico o amenaza de daño físico (ejemplo, tras violaciones, secuestros, accidentes de tráfico, catástrofes, etc.).
  • Fobia social. Es una timidez exagerada, que se caracteriza por un miedo y ansiedad marcados y persistentes al enfrentarse a determinadas situaciones sociales.
  • Fobias específicas. La ansiedad surge ante situaciones muy específicas como la proximidad a determinados animales, la oscuridad, etc.
  • Trastorno obsesivo compulsivo. Las personas tienen pensamientos persistentes y perturbadores (obsesiones) y usan los rituales (compulsiones) para controlar la ansiedad producida por estos pensamientos. La mayoría de las veces, los rituales terminan controlando a esas personas. Por ejemplo, cuando usted inspecciona una y otra vez el gas para evitar una posible tragedia.
  • Otros trastornos de ansiedad no especificados. Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas característicos de un trastorno de ansiedad que causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento pero que no cumplen todos los criterios de ninguno de los trastornos de la categoría diagnóstica de los trastornos de ansiedad. 

¿Cómo afecta la ansiedad a la calidad de vida en adultos?

Los problemas de ansiedad están asociados con una marcada disminución de la calidad de vida en adultos. Ya que la ansiedad genera respuestas de evitación, las personas que la sufren van a limitar las actividades que hacen en su día a día, prescindiendo de hacer cosas que les pueden resultar gratificantes y enriquecedoras, pero que sin embargo les generan una fuente de estrés que no se ven capaces de sobrellevar. 

Numerosos estudios confirman que la ansiedad se interpone con la realización de las actividades principales de la vida cotidiana, como las domésticas, laborales o de ocio. También se observan dificultades en las relaciones sociales y una disminución de la vitalidad, la salud física y la salud mental. Es frecuente el aislamiento social, el aumento de problemas interpersonales, el desarrollo de diversas patologías físicas (dolores gastrointestinales, musculares, cefaleas, problemas de piel, bucodentales, etc.), problemas para dormir o insomnio, problemas laborales y bajas laborales, etc. Todas estas dificultades asociadas agravan el problema de ansiedad.

Es frecuente la comorbilidad de la ansiedad con otros trastornos, especialmente con la depresión, pues la inseguridad personal y la sensación de “no ser capaz” de enfrentarse a determinadas situaciones genera ideas negativas que afectan al autoconcepto. La parálisis generada por el miedo también priva a la persona que padece ansiedad de llevar a cabo actividades gratificantes que generan los bioquímicos necesarios para la autorregulación, la calma, la paz y la felicidad.

En numerosas ocasiones, la persona que padece ansiedad intenta mitigar los síntomas desarrollando adicciones (drogas, alcohol, compras, sexo, juego, etc.), ya que eso le permite a corto plazo evadirse de su ansiedad.

Crisis de pánico y trastorno de pánico

Un ataque de pánico (o crisis de angustia) es la aparición súbita de miedo intenso o de malestar intenso que alcanza su máxima expresión en minutos y durante este tiempo se producen cuatro (o más) de los síntomas siguientes: 

  1. Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardiaca. 
  2. Sudoración. 
  3. Temblor o sacudidas. 
  4. Sensación de dificultad para respirar o de asfixia. 
  5. Sensación de ahogo. 
  6. Dolor o molestias en el tórax. 
  7. Náuseas o malestar abdominal. 
  8. Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo. 
  9. Escalofríos o sensación de calor. 
  10. Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueo). 
  11. Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo). 
  12. Miedo a perder el control o de “volverse loco.” 
  13. Miedo a morir.

En el trastorno de pánico (o trastorno de angustia) se dan ataques de pánico repetidos, algunos de las cuales son inesperados. Al menos uno de ellos se ha seguido durante un mes (o más) de alguno de los siguientes síntomas:

  1. Inquietud o preocupación continua acerca de otros ataques de pánico o de sus consecuencias (p. ej., pérdida de control, tener un ataque de corazón, “volverse loco”). 
  2. Un cambio significativo de mala adaptación en el comportamiento relacionado con los ataques (p. ej., comportamientos destinados a evitar los ataques de pánico, como evitación del ejercicio o de las situaciones no familiares).

Las crisis no se deben a los efectos directos de una sustancia, ni a una enfermedad médica, ni pueden explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., fobia social, si las crisis apareciesen sólo al exponerse a situaciones sociales temidas).

En algunas ocasiones, el trastorno de pánico se ve complicado con la agorafobia.

Agorafobia

La agorafobia consiste en la aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso) o donde, en el caso de aparecer una crisis de pánico o las sensaciones internas temidas, puede no disponerse de ayuda.

Los temores agorafóbicos suelen relacionarse con ciertas situaciones como: permanecer solo fuera de casa, estar en aglomeraciones, hacer cola, o viajar en autobús, tren o automóvil. Estas situaciones se evitan, se resisten a costa de un malestar o ansiedad significativos, o se hace indispensable la compañía de un conocido para soportarlas.

Los criterios diagnósticos para la agorafobia son los siguientes:

  1. Miedo o ansiedad intensa acerca de dos (o más) de las cinco situaciones siguientes:
  1. Uso del transporte público (p. ej., automóviles, autobuses, trenes, barcos, aviones).
  2. Estar en espacios abiertos (p. ej., zonas de estacionamiento, mercados, puentes).
  3. Estar en sitios cerrados (p. ej., tiendas, teatros, cines).
  4. Hacer cola o estar en medio de una multitud.
  5. Estar fuera de casa solo.
  1. El individuo teme o evita estas situaciones debido a la idea de que escapar podría ser difícil o podría no disponer de ayuda si aparecen síntomas tipo pánico u otros síntomas incapacitantes o embarazosos (p. ej., miedo a caerse en las personas de edad avanzada, miedo a la incontinencia).
  2. Las situaciones agorafóbicas casi siempre provocan miedo o ansiedad.
  3. Las situaciones agorafóbicas se evitan activamente, requieren la presencia de un acompañante o se resisten con miedo o ansiedad intensa.
  4. El miedo o la ansiedad es desproporcionado al peligro real que plantean las situaciones agorafóbicas y al contexto sociocultural.
  5. El miedo, la ansiedad o la evitación es continuo, y dura típicamente seis o más meses.
  6. El miedo, la ansiedad o la evitación causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
  7. Si existe otra afección médica (p. ej., enfermedad intestinal inflamatoria, enfermedad de Parkinson), el miedo, la ansiedad o la evitación es claramente excesiva.
  8. El miedo, la ansiedad o la evitación no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental; por ejemplo, los síntomas no se limitan a la fobia específica, tipo situacional; no implican únicamente situaciones sociales (como en el trastorno de ansiedad social); y no están exclusivamente relacionados con las obsesiones (como en el trastorno obsesivo-compulsivo), defectos o imperfecciones percibidos en el aspecto físico (como en el trastorno dismórfico corporal), recuerdo de sucesos traumáticos (como en el trastorno de estrés postraumático) o miedo a la separación (como en el trastorno de ansiedad por separación).

Psicólogos especialistas en ansiedad y su tratamiento

Para un adecuado tratamiento de los problemas de ansiedad o pánico, es necesario contar con profesionales cualificados, como el psicólogo clínico, el psicólogo general sanitario o el psiquiatra.

Manejar la ansiedad en el día a día: consejos y técnicas efectivas.

Para aprender a regular la ansiedad es necesario realizar una buena comprensión del mundo emocional. La psicoeducación y la lectura sobre este tema nos ayudará a entenderla y será más fácil aceptarla y gestionarla. 

La gestión de la ansiedad pasa por intervenir sobre el triple sistema de respuesta ansioso: pensamientos, sentimientos y conducta. Es necesario detectar estilos de pensamiento que generan ansiedad y aprender a sustituirlos por esquemas de pensamiento adaptativos. También será necesario aprender a reconocer y aceptar los síntomas físicos y emocionales de la ansiedad, para luego poder aplicar técnicas de meditación o relajación que nos ayuden a disminuirla. Y resultará esencial cambiar nuestros patrones de comportamiento, desde la evitación y el control automáticos hacia un afrontamiento consciente de situaciones generadoras de malestar. Solo así, el sistema interno aprenderá a sentirse capaz de afrontar las situaciones ansiógenas.

De forma general, se pueden seguir las siguientes directrices para prevenir problemas de ansiedad:

  • Realiza ejercicios de relajación y meditación. Todos ellos te ayudan a que tu atención esté puesta en el presente.
  • Abraza la filosofía de vida y práctica del mindfulness. 
  • Mira tus pensamientos como lo que son: pensamientos. No siempre describen la realidad de forma objetiva. Es más, la mayoría de las veces pueden distorsionar la realidad hasta volverla problemática.
  • Enriquece tu vida con actividades y personas satisfactorias para que las preocupaciones no ocupen la mayor parte de tu espacio y energía mental. 
  • Haz deporte. 
  • Ríete. A través del cine, del entretenimiento, de quedadas con amigos… 
  • Relativiza y cuestiona tus propios pensamientos. 
  • Deja ir algunas cosas. No tienes que pelearlo todo, no tienes que controlarlo todo, tampoco tienes que llevar la razón en todo, ni siquiera hablarlo todo con el de al lado. 
  • Se flexible. Deja que las cosas simplemente sucedan y acóplate (o no) a ellas con buena disposición en lugar de intentar manejarlas todo el rato. 
  • Cuida tus hábitos de vida. Adhiérete a unos horarios regulares para comer y dormir, toma una alimentación equilibrada, haz deporte, mantén tu espacio vital limpio y ordenado, cultiva los momentos de descanso consciente (dicho de otro modo: elige descansar), sal a realizar actividades reconfortantes, mantén un contacto regular con tus familiares y amigos, cultiva tu intelectualidad a través de lecturas interesantes, ejercicio mental, cine, etc.

Superar la ansiedad en adultos: opciones de tratamiento y apoyo profesional.

En cada caso, el tratamiento dependerá del análisis de la problemática global del paciente (tipo de problema de ansiedad, problemas asociados o comórbidos, objetivos y deseos personales, etc.). 

Sin embargo, los tratamientos reconocidos como eficaces para los problemas de ansiedad son de dos tipos: la farmacoterapia y la psicoterapia. El profesional debe informar de estas opciones y aconsejar la que mejor crea que se adapte al caso particular, pudiendo combinarse ambas durante un tiempo. 

¿Cuáles son las causas subyacentes de la ansiedad en adultos y cómo identificarlas?

Hay muchos posibles factores desencadenantes de la ansiedad, sin que se pueda afirmar que hay una causa clara e inequívoca de la misma. Se habla más bien de factores de riesgo que predisponen a desarrollar un problema de ansiedad (hacen a la persona más propensa a padecerlo) y factores que desencadenan el propio problema de ansiedad (circunstancias puntuales que provocan que aparezca el problema de ansiedad). La combinación entre ambos tipos de factores explica el desarrollo de un trastorno de ansiedad.

Entre los factores predisponentes para desarrollar problemas de ansiedad se encuentran factores hereditarios (familiares con historia de problemas de ansiedad), factores prenatales (exposición a ciertas sustancias durante el embarazo, tóxicos, desnutrición, fármacos, cortisol, etc.) y factores perinatales (el estilo de crianza que adoptan los cuidadores durante los primeros meses y años de la vida del niño puede generar un sistema interno de autorregulación inseguro o ansioso).

Respecto a los factores desencadenantes de un problema de ansiedad podemos mencionar situaciones concretas de estrés por diversos motivos (problemas de trabajo, económicos, de salud, de relaciones, preocupaciones diversas, etc.), factores de personalidad como la inhibición, la timidez, la rigidez o la autoexigencia, y vivencias traumáticas (pérdida de un ser querido, accidentes, noticias impactantes, abusos o agresiones, etc.).

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