Conflictos en las relaciones familiares y sociales

Los 8 tipos de conflictos familiares y cómo gestionarlos 

Los conflictos familiares pueden darse según el tipo de vínculo o según las causas que lo originen. Así, resulta útil la siguiente clasificación:

TIPO DE VÍNCULO:  

1. Conflictos de pareja: 

Una pareja mal avenida tiene una redundancia negativa y directa en sus hijos. Esto ocurre por varios motivos. Por un lado, la poca atención que se le otorga a los hijos cuando los adultos están muy pendientes de sus problemas. Por otro, se establece por aprendizaje vicario (es decir, por imitación) un modelo comunicativo y de solución de problemas poco o nada operante, basado en la agresividad y conflictividad, por lo que en el cerebro en maduración del niño y adolescente se puede normalizar esa manera de resolver los problemas familiares. 

Las razones más probables en los conflictos de pareja son

  • Errores a la hora de comunicarse: reproches, malas expresiones, insultos, ofensas, etc.  
  • Intentos reiterados de cambiar la forma de ser de la otra persona. 
  • Conductas de híper control por parte de uno de los dos. 
  • Sensación de pérdida de libertad o de derechos en la vida adulta. 
  • Inhabilidad para resolver problemas. 

2. Conflictos entre padres/madres e hijos

Dependiendo la etapa evolutiva, podemos encontrar:

  • Conflictos en la etapa infantil: suelen ocurrir, o bien porque no se entiende la etapa evolutiva en la que se encuentra el niño/a y, por lo tanto, se generan expectativas irreales y un consiguiente desajuste; o bien porque el niño/a tiene un temperamento “especial” (poco normativo) que hace las estrategias de crianza habituales no alcancen para manejar ciertas conductas y otras cuestiones relacionadas el hijo. 
  • Conflictos durante la adolescencia: es la etapa más difícil del crecimiento. En términos generales, se da entre los 12 y 18 años y, debido al fuerte desajuste a todos los niveles que vive la persona que la está pasando, se generan muchas turbulencias entre los padres y sus hijos. 
  • Conflictos con hijos adultos: un hijo adulto que aún convive con sus padres se traduce en dos o más personas adultas conviviendo. Cada una de ellas con sus diversas formas de estar, pensar y entender el mundo. Es por ello que en ciertos puntos de la convivencia, tal vez esas personas adultas empiecen a “no caerse bien”. Esto puede desembocar en cierta conflictividad, de la misma manera que sería conflictivo convivir con el vecino que nos cae mal o esa persona conocida cuya personalidad no encaja con la propia. 

3. Conflictos entre hermanos:

Los conflictos entre hermanos son los más habituales. En las mejores casas sucede que los hermanos se pelean y, dependiendo la etapa evolutiva en la que se encuentren, los conflictos serán de una índole u otra.

De cualquier modo, parece que las peleas y conflictos entre hermanos puede tener un sentido adaptativo, ya que constituyen un campo de pruebas para los conflictos más serios que pueden aparecer en la etapa adulta. De este modo, sirven a modo de iniciación a la vida adulta. 

4. Conflictos con la tercera edad 

Llegar a la tercera edad, vejez o senectud, no es tarea sencilla. Los cambios que experimenta una persona en esta etapa son múltiples y de gran enjundia: a niveles psicológico, físico y social. 

Por un lado, la persona empieza a comprender que se encuentra en la recta final de su vida. Imagina por un momento lo que tiene que representar eso cuando en circunstancias normales pasamos por la vida sin apenas pensar en la muerte. El impacto psicológico de esto es enorme. 

También puede cambiar la psicología en tanto al tremendo conocimiento del mundo que se tiene a esta edad, que deriva en una profunda comprensión de las relaciones personales o el cambio paulatino de perspectiva sobre el sentido de la vida y de la existencia, entre otras implicaciones, lo que a su vez puede generar una manera de estar en el mundo muy concreta. Mención aparte de la presencia de posibles demencias que puedan empezar a sufrirse u otro tipo de deterioro cognitivo.  

Por otro lado, están los cambios físicos. La percepción de que el cuerpo ya no responde como antes. No sólo cambia el metabolismo (más si eres mujer durante y después de la menopausia), sino que las funciones vitales cambian el ritmo y la fuerza con la que hasta no hace tanto estaban presentes. Es duro ver cómo el cuerpo se deteriora, más cuando se empieza a padecer alguna enfermedad física. 

Y finalmente a nivel social, parcela en la que aparecen grandes cambios como la jubilación, la pérdida de familiares y seres queridos o la relegación a un segundo plano en tanto al protagonismo en la vida pública y social. En las sociedades occidentales, al anciano se le aparta. 

Todos estos cambios pueden ser expresados en forma de malestar. Algunas personas dulcifican su carácter en esta etapa, se vuelven más comprensivos, contemplativos y respetuosos con el mundo. Pero en otros casos, la vejez trae consigo turbulencias que son expresadas en forma de malestar y dramatismo. En algunos casos, incluso, el comportamiento del anciano es más parecido al de un niño que al de un adulto muy mayor. Y esto puede generar conflictos con el resto de la familia. 

5. Conflictos con la familia extensiva

Porque la familia extensiva es “menos importante” que la nuclear, los conflictos con la misma suelen pasar más desapercibidos, pero también están. Entendemos como normal las discusiones con el cuñado, las mismas cada nochevieja, que no podamos ver al suegro o la suegra o que perdamos la relación con un hermano/a (o peor, con sus hijos/as que son nuestros sobrinos/as) a causa de no entendernos con su pareja, son los conflictos más habituales. 

No soportar a aquel primo hermano al que no veo nunca o a no sé qué tía abuela que vive lejos, tal vez no tenga mucha importancia. Pero no soportar a un suegro o suegra, o a la pareja de un hermano o hermana, sí puede conllevar grandes desajustes en lo familiar porque ese malestar toca de cerca.

Normalmente, el foco de los conflictos en este tipo de relaciones familiares suele ser una visión del mundo diferente, un estilo de crianza (con hijos más o menos de la misma edad) contrapuesto o incluso una escala de valores ideológicos opuestos. 

Según LAS CAUSAS:

1. Crisis de ciclo vital

Si la vida fuese un viaje en avión, los cambios de ciclo vital serían las turbulencias. Así, aparecen las “etapas bisagra”. Tiene que ver con los saltos madurativos, la adquisición de nuevas responsabilidades, acceso a nuevos roles, cambios físicos y psicológicos, aparición de hitos vitales los ciclos académicos, laborales, jubilación…, y también vida de pareja, matrimonio, tener hijos, afrontamiento de defunciones… 

Algunas de estas “crisis” pueden provocar conflictos personales y familiares, ya que generan en la persona, como ha sido dicho, turbulencias internas que no siempre sabemos manejar adecuadamente. 

Además, están las crisis externas, que son todos aquellos acontecimientos que generan un “quiebre” en la vida de las personas. Definimos quiebre como una circunstancia de cambio fuerte, que incluye un período de duelo para la persona. Un quiebre no siempre tiene que ver con el fallecimiento de alguien. Hablamos de fuertes rupturas sentimentales, irse a vivir lejos de la familia, cambios de trabajo, largos períodos de inactividad profesional, etc. 

2. Conflictos estructurales

A veces ocurre que en un sistema relacional (pareja, amigos, familia, etc.) aparecen dificultades repetitivas, como escollos que no acaban de resolverse y que aparecen una y otra vez de manera reiterada. 

Así, cuando un acontecimiento o suceso no se resuelve adecuadamente, tiene la capacidad de generar conflictos, siempre los mismos, por volver a los mismos temas. Es importante, por ello, resolver las cuestiones del pasado para no volver a ellas una y otra vez.

Los problemas familiares deben prescribir

3. Conflictos de atención

Estas crisis aparecen cuando existe dentro del núcleo familiar una o varias personas dependientes. Así, los cuidadores pueden ver limitadas drásticamente su libertad de movimiento y decisión.

También puede ocurrir una crisis de atención cuando debido a esa dependencia, las personas pilares del sistema se ven obligadas a prestarle más atención a unos elementos que a otros. Sucede, por ejemplo, cuando entre varios hijos existe uno que por circunstancias necesita más cuidados o atención, generando así un agravio comparativo en el resto, los cuales no siempre sabe demandar la atención que necesitan de forma adecuada, generando así un conflicto familiar intenso. 

También ocurre ante la muerte de un hijo a edad temprana, pues a veces el dolor de los padres les supera y dejan de atender afectivamente al hijo o hijos que quedan. 

Cómo solucionar los conflictos familiares

Lo primero, es importante tener una buena comprensión del problema: de dónde parte, agentes implicados, intereses encontrados, etc. En esta labor analítica de comprensión puede ser muy útil un terapeuta con conocimientos de psicología sistémica, que es la rama que se encarga de analizar y resolver los problemas dentro de un sistema relacional. 

Normalmente, comprender los distintos elementos del conflicto ya es un paso muy grande para la resolución de este, pues comprender ayuda a manejar. A partir de ahí se trata de entender cuáles son las necesidades de cada elemento, sus carencias dentro del sistema, cuál es el rol de cada uno a la hora de satisfacerlas mutuamente y cambiar algunos patrones de comportamiento para/con el otro miembro de la familia.

  Nos gusta recordar que a ninguna persona le gusta ser un elemento conflictivo de manera consciente. 

Adolescencia. Aspectos físicos, psicológicos y sociales 

La adolescencia es un período de la vida en el que el cuerpo y la mente sufren cambios monumentales. Cambios tales que después de ella, el niño/a nunca volverá a ser lo que era. Para ello, hace falta un cambio tan radical que dura algunos años y las turbulencias que provoca son de gran magnitud. 

Imagina: lo que te resultaba agradable o divertido deja de serlo, lo que te gustaba ya no te gusta, tu grupo de amigos/as cambia, empiezas a entender que el mundo es un lugar cuyas dinámicas de funcionamiento son radicalmente diferentes a lo que creías; empiezas a ver la realidad de las cosas, los mitos y los roles familiares idealizados empiezan a caer (tal vez para no erigirse nunca más), empiezan a aparecer influencias más allá de la familia nuclear, aparecen los primeros amores y desamores (con lo doloroso que es esto a esa edad); tu cuerpo cambia para hacerse mujer u hombre y por lo tanto los individuos de tu entorno comienzan a tratarte diferente a todos los niveles; lo académico cada vez se vuelve más exigente, debes empezar a tomar decisiones importantes para las que no siempre estás preparado/a, el mundo se vuelve exigente… 

Es por ello que comentemos un error si banalizamos la adolescencia. Y es que todos estos cambios causan dinámicas emocionales internas de las que no somos conscientes, pues tal vez es la primera vez que aparecen. El/la joven a veces siente todos estos cambios con miedo y/o tristeza, preocupación, hastío, incomprensión, vergüenza… Pero todas esas emociones muchas veces son inasumibles porque aún no las entendemos. O porque no estamos preparados para asumirlas. Es por eso que muchas veces, aquellas y otras emociones abrumadoras generan sensación de vulnerabilidad. Y es en este punto cuando la vulnerabilidad muta en ira, porque es sobre ella y a través de ella que nos hacemos fuertes ante un mundo implacable. Esa es la razón por la que en muchas ocasiones vemos al/la adolescente frecuentemente enfadado/a con el mundo, irascible, rebelde… 

El/la adolescente está buscando su lugar y su forma de estar en el mundo y no tiene ni idea de cómo lograrlo. 

El adolescente y su entorno: familia, amigos, escuela y medios 

La adolescencia actual debe afrontar un mundo que funciona muy rápido, altamente cambiante y con grandes retos que no existían en otras generaciones. Estos retos bien podrían ser: 

  • Modelos familiares muy diversos.
  • Un modelo escolar al que culturalmente están “obligados” a adherirse hasta elevados niveles, aunque no se les dé bien el estudio. Dicho de otro modo: en generaciones anteriores si no se te daba bien estudia, comenzabas a trabajar, y esto podía pasar a una edad relativamente temprana. Eso hacía que no quedáramos atascados en situaciones vitales insatisfactorias más tiempo del necesario. Hoy en día parece que esas circunstancias han cambiado, alargando la etapa académica muchas veces más allá de lo asumible para algunas personas. 
  • Grupos de amigos que en algunos aspectos (como en la vivencia de la sexualidad) soy hoy muy precoces. Suele decirse que la generación que actualmente se encuentra en la adolescencia y veintena es la más sexualizada de los últimos tiempos. A la vez, viven su sexualidad de manera precoz sin que exista una vinculación afectiva estable. Y ese combo puede generar sufrimiento y desajuste del/la joven con respecto a sus iguales, debido al componente de frivolidad presente en las relaciones interpersonales.  
  • El mundo de internet y las redes sociales, con acceso constante a modelos irreales: sociales, físicos, vitales, relacionales, etc. 
  • Además, está el tema del ciberacoso, una forma de maltrato relativamente novedosa en la que el/la joven no puede desvincularse de las personas que le maltratan, ni siquiera en los espacios de seguridad como es su casa, al estar constantemente presente en las redes.

¿Cuáles son los tipos de conflictos en la adolescencia? 

  • Conflictos con su autoestima: al tener acceso a modelos sociales irreales, crecen creyendo que esa “perfección” que perciben principalmente de las redes sociales es la real, por lo que quieren ser como ellos, vestir y hablar como ellos. Hasta aquí bien, nada nuevo bajo el sol en la adolescencia. El problema real viene cuando quieren tener su mismo tipo de cuerpo, cara, estilo de vida, viajes, éxito, etc., y no entienden que en ese tipo de vidas hay mucho trabajo de edición y márquetin digital para que esa vida tan “brillante” parezca real.  
  • Conflictos con las relaciones sociales: para el/la adolescente las relaciones con sus iguales es de lo más importante que existe en el mundo. En ese momento de la vida se vuelve fundamental tener un grupo de amigos/as con quien sentirte comprendidos/as, integrados/as, identificados/as…, lejos del “obsoleto y envejecido” mundo adulto. Por lo que tener problemas con dicho grupo o directamente no tenerlo pueden vivirlo de manera nefasta, sintiéndose completamente desajustados del mundo en el que viven.  
  • Conflictos familiares y con la autoridad: bien con sus padres o bien con sus hermanos/as. El conflicto con los padres es el más habitual, ya que en cierta etapa se genera un desajuste con respecto a la autoridad. En general, con toda la autoridad, pues parte de su identidad pasa por ser reivindicativos/as con la misma, en esa búsqueda de estar en el mundo propia e intransferible, como si eso pudiera lograrse. Pero a esa edad estamos convencidos/as de que hay una manera de vivir la vida que nadie sabe y que yo (y como mucho un puñado de iluminados selectos de la población entre los que se encuentran mi grupo de amigos) he descubierto. Eso incluye formas de vestir, pensar, hablar, comportarse, etc., que en ocasiones transgrede la autoridad. Si dicha autoridad no sabe sintonizar con esta circunstancia, liderándola desde una estrategia concreta, de seguro encontrará un/a adolescente, que no tendrá demasiados problemas en confrontarla.  
  • Conflictos con el cuerpo y la alimentación: parece que los trastornos alimenticios aumentan en la población joven. Creemos que uno de los motivos puede ser la creciente sobreexposición a redes sociales que muestran cuerpos poco normativos. Dicho de otro modo: la mayoría de las personas no tienen cuerpos tan definidos (ni pasados por tantos filtros, dicho sea de paso) que los que aparecen en cuentas de influencers y demás elenco digital. Los trastornos alimenticios están muy relacionados con esto, pero también tienen que ver con los conflictos familiares. Cuando un/a adolescente vive una situación negligente en casa (violencia, alcoholismo, drogadicción, ausencia parterna-materna, maltrato, abuso, etc.), tal vez desarrollen un trastorno de esta índole, pues es una forma de autolesión que por un lado les alivia durante un rato del malestar que están sintiendo y por el otro le ayudan a controlar algo en su vida, donde todo lo demás no. 
  • Problemas con el consumo de sustancias: esto siempre estuvo. No es un rasgo definitorio de las generaciones jóvenes el consumo de drogas, legales o ilegales. Pero no por el hecho de que siempre existiera es un problema menor.  
  • Ciberbullying: como ya ha sido comentado, el ciberbullying es la versión digital del maltrato entre iguales de toda la vida. Es un tipo de situación de acoso en la que a la víctima le es muy difícil separarse de ella debido a la sobreexposición a internet. Dicho de otro modo, aunque no quiera relacionarse con quien le está maltratando, algunas de las cosas que hacen y dicen le va a llegar. Otro elemento diferenciador de este tipo de acoso es la rapidez con la que se da. En pocas horas, mucha gente ha podido enterarse de una intimidad propia o ha podido expandirse una foto o vídeo comprometedores. Mención aparte de la manipulación de fotos y vídeos que hoy en día puede hacerse para humillar a una persona. 

¿Cómo se manifiesta el trastorno límite de la personalidad? 

Para poder diagnosticar un trastorno límite de la personalidad (TLP) se deben cumplir al menos cinco de las siguientes características: 

  1. Esfuerzos desesperados para evitar el desamparo real o imaginado. (Nota: No incluir el comportamiento suicida ni las conductas autolesivas que figuran en el Criterio 5.)
  2. Patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas que se caracteriza por una alternancia entre los extremos de idealización y de devaluación.
  3. Alteración de la identidad: inestabilidad intensa y persistente de la autoimagen y del sentido del yo.
  4. Impulsividad en dos o más áreas que son potencialmente autolesivas (p. ej., gastos, sexo, drogas, conducción temeraria, atracones alimentarios). (Nota: No incluir el comportamiento suicida ni las conductas autolesivas que figuran en el Criterio 5.)
  5. Comportamiento, actitud o amenazas recurrentes de suicidio, o conductas autolesivas.
  6. Inestabilidad afectiva debida a una reactividad notable del estado de ánimo (p. ej., episodios intensos de disforia, irritabilidad o ansiedad que generalmente duran unas horas y, rara vez, más de unos días).
  7. Sensación crónica de vacío.
  8. Enfado inapropiado e intenso, o dificultad para controlar la ira (p. ej., exhibición frecuente de genio, enfado constante, peleas físicas recurrentes).
  9. Ideas paranoides transitorias relacionadas con el estrés o síntomas disociativos graves.

Aunque este trastorno no se diagnostica hasta principios de la edad adulta (en torno a los 18-20 años), debido a la dificultad de la discriminar qué síntomas son típicos del trastorno y cuáles de la edad, podemos observar algunas pistas que nos pueden indicar una posible presencia de TLP en la adolescencia

  • En el área afectiva: fuerte desregulación emocional, inestabilidad o labilidad afectiva y sentimientos crónicos de vacío (prestar especial atención a este último).
  • En el área cognitiva: identidad altamente cambiante, desconfianza excesiva, interpretación paranoide de la realidad. 
  • En el área conductual: fuerte impulsividad, presencia de autolesiones, conductas autodestructivas (como un exceso de consumo de alguna sustancia, incluida el alcohol), ideación o tentativas de suicidio.
  • En el área interpersonal: relaciones inestables y muy intensas, interrupción abrupta de los vínculos afectivos, fuerte temor a ser abandonado.

¿Cuál es la causa de pelea más común entre familias? 

  • Tareas de la casa: cuando alguien no hace algo que le tocaba hacer o hay que andar recordando constantemente la tarea asignada. También cuando un miembro de la familia procrastina frecuentemente su parte de las tareas.  
  • El estilo de crianza de los hijos: cuando existe desajuste entre progenitores en torno a cómo hacer las cosas con los hijos. 
  • Diferencia entre puntos de vista: problema muy acusado cuando existen adolescentes en casa, ya que entre su visión y la del padre o la madre existe una brecha generacional que probablemente haga que aparezca un fuerte desajuste en torno a cómo ven y se toman la vida los unos y los otros. 
  • El respeto por la autoridad: que incluye el respeto por las normas de casa y para las cuales no siempre existe una buena disposición por parte del/la adolescente. 
  • Comportamiento negligente por parte de alguno de sus miembros: saltarse sistemáticamente las normas, violencia, agresividad, escaso respeto por los espacios comunes o del otro, presencia de alcoholismo o drogadicción, etc. 

¿Por qué la etapa de la adolescencia es tan incomprendida? 

Porque en la adolescencia ocurren muchas cosas incómodas e incluso dolorosas (emocional y físicamente) dentro de un ser humano: 

  • Muda radical de los esquemas mentales de la infancia. 
  • Cambio de gustos y aficiones.  
  • Transformación social y cambio de amistades. 
  • Comprensión (a veces muy dolorosa) de las implicaciones de la vida que hasta entonces podían pasar desapercibidas. 
  • Transición del pensamiento mágico al pensamiento realista. 
  • Aparición de los primeros grandes desengaños. 
  • Definición de la identidad propia. 
  • Adquisición de dinámicas internas individuales que no siempre están ajustadas al grupo de referencia o a la familia nuclear. 
  • Aparición de sentimientos fuertes como el amor, la lealtad, la amistad, la culpabilidad, la vergüenza, etc. 
  • Necesidad de reivindicarnos en el mundo como entes independientes de nuestros padres. 
  • Cambios hormonales, físicos y emocionales radicales. 
  • Falsa creencia de que ya hemos alcanzado la madurez plena, de que lo sabemos todo. Como consecuencia, tendencia a rechazar lo anterior (propio o ajeno).  
  • Necesidad de demostrar, de alcanzar, de llegar, de SER. 
  • Afrontamiento de situaciones sumamente complejas que en la infancia alguna persona adulta asumía por nosotros. 
  • Falta de comprensión sobre uno/a mismo/a. 
  • Carencia de habilidades y de modelos de comprensión en ese espacio vital entre que soltamos la infancia y nos instalamos en la adolescencia. 

Y un largo etcétera de casuísticas que solemos olvidar una vez hemos entrado en la adultez. Es por eso que, olvidadas por completo aquellas circunstancias, perdemos la habilidad para relacionarnos con la infancia y la adolescencia, aun con la obvia circunstancias de haber sido niños y adolescentes antes que adultos. 

¿Cuáles son las etapas de la adolescencia? 

  • Adolescencia temprana o preadolescencia: 10-13 años. En esta etapa comienzan a aparecer las primeras hormonas sexuales, por lo que el cuerpo cambia: estiran, cambian la voz, aparece el vello corporal, también el olor, aumento de la sudoración, acné, etc. Además, comienzan los primeros cambios en tanto a gustos y aficiones, así como de grupo de amigos, afianzando unas amistades, buscando otras diferentes y soltando completo otras. 
  • Adolescencia media: 14-16 años. Se asientan los cambios que empiezan a aparecer en la etapa previa. Generan identidad en torno al grupo de iguales y la estética, música, aficiones, etc. Aparecen las primeras relaciones afectivas estables y también las primeras relaciones sexuales. En esta etapa, necesitan mucha independencia de sus padres pues están buscando su propia forma de ser y estar en el mundo. 
  • Adolescencia tardía: 17 en adelante, con posibilidad de extenderse hasta los 21 e incluso más adelante, dependiendo del grado de madurez de la persona. Muy adheridos al refuerzo externo, a la estética y a la propia identidad. Empieza a aparecer la sensatez típica del mundo adulto, que terminará por instalarse definitivamente algunos años más tardes. Su futuro (y no sólo lo inmediato) empieza a ser importante y empiezan la preferencia por relaciones más individuales que grupales, dándole más importancia a la calidad de las relaciones que a la cantidad. 

Soy adolescente ¿Por qué no me entienden los adultos? 

La adultez y la adolescencia son dos especies diferentes. Piensa en un tigre y un león: ambos son felinos, pero no son iguales ni viven de la misma manera. Por la misma razón, no son iguales los esquemas mentales que manejas tú como adolescente que los que manejan los adultos. Nos referimos a tus prioridades, a qué le das importancia y a qué no, aficiones, gustos personales; tu sentir, pensar y actuar, tu forma de hablar y de vestir, la música que te gusta, cómo entiendes el mundo… Y un montón de variables que hacen que vuestra forma de entender el mundo y de estar en él, incluso a veces sea radicalmente opuesta.  

En este sentido, la brecha generacional hace su trabajo. Y esto es que cada generación se educa y vive de manera diferente en base a los acontecimientos sociales que han vivido y al marco social en el que han crecido. Por ejemplo, mi abuelo vivió la guerra de Sidi Ifni, un territorio marroquí por el que España y Francia estuvieron en guerra entre los años 1957 y 1958. Para él, y para toda una generación de hombres que pasó por allí, debido a esta dramática circunstancia, tenían una tendencia xenófoba y racista hacia las personas marroquís. Sin embargo, hoy en día que eso queda tan lejos, nuestros hijos pueden tener compañeros/a de clase y amiguitos/as cuyo origen es marroquí o vecinos de la misma procedencia y no tener, sin embargo, ningún problema con ellos. La diferencia entre la generación de los abuelos y nosotros, son las vivencias de cada uno, supeditadas al marco cultural y social en el que nos hemos criados. Y a esto lo llamamos brecha generacional. Dicha brecha actúa en casi todo: las relaciones de pareja, los modelos familiares, los grupos de amigos, la sexualidad, la política, la sociología, la forma de divertirse, los comportamientos sociales, la forma de hablar y de vestir… Y es esa diferencia en los esquemas mentales que podéis ver la vida absolutamente diferente, incluso hasta no entenderos en algunos temas. 

Por otro lado, está lo que denominamos la poda sináptica, que es que cada ciertos años el cerebro deshecha ciertas conexiones neuronales para dejar sitio a otras nuevas. Este proceso genera un desligamiento emocional de la etapa anterior. Dicho de otro modo: cuando somos niños se nos olvidó lo que es ser bebé, cuando somos adolescentes se nos olvidó lo que es ser niño y cuando somos adultos se nos olvidó lo que es ser adolescente. Así de simple que no de sencillo. 

Otra variable que podría estar afectando a que los adultos no te entiendan es que aún no has desarrollado una visión global del mundo, por lo que no tienes en cuenta ciertas implicaciones importantes en cada uno de tus actos. Por ejemplo: coger la moto de un amigo. Coger la moto de un amigo para ti simplemente puede ser da una vuelta y ya está: subirte, moverla y bajarte. Fin. Pero para un adulto coger la moto de un amigo implica: si va a saber llevarla o tal vez se le vaya de las manos, si tal vez pueda tener un accidente, si el seguro cubre a un segundo conductor del vehículo, si en tal caso el conductor cumple con la edad requerida, si tiene un casco para él de su talla, si el lugar donde se conduce es seguro o no lo es, si pudiera pasar cualquier cosa (porque pensamos que no, pero pasan), la posible multa que me pueden poner si le pillan en el caso de no tener carnet o que el seguro no cubra la conducción, etc. 

Como ves, algo tan sencillo para ti se vuelve complejo para un adulto. Y esto ocurre porque en la adolescencia no siempre se tienen en cuenta ciertas implicaciones de nuestras acciones. ¿Eso quiere decir que eres tonto/a? Ni mucho menos. Eso quiere decir que aún no has vivido lo suficiente como para saber todo lo que puede suceder en diversas circunstancias y por eso para ti algunas cosas son sencillas cuando en realidad son más complejas de lo que creemos. 

Ya lo sé, esto último que has leído es muy de padrear. Qué le vamos a hacer. LA cuestión y, en conclusión, es que hay muchas variables que explican el por qué no te entienden los adultos. 

¿Qué puedes hacer tú? Pues no perder de vista aquellas variables comentadas y entender que no es todo blanco o negro. Que hay muchos puntos de vista para una misma cosa y que escuchar esos puntos de vista que no nos son agradables, también está bien. Tal vez a través de ellos entendamos cosas. No se trata de comerte todo el rato lo que no te gusta, se trata de escuchar y poner en cuarentena lo que tus padres te dicen, pensarlo, darle una vuelta. Cuando yo no entiendo algo que alguien dice, lo que intento es buscar más cosas parecidas a eso. Me hago preguntas como: ¿Cómo es posible que alguien piense así?¿Hay más gente que piense así? Pero… no están locos. Entonces, ¿de qué manera ese razonamiento es lógico? ¿Los padres de mis amigos piensan igual?

Cuando los demás no nos entienden, lo único que está bajo nuestro control es intentar comprenderles nosotros a ellos. Porque recuerda que comprender y compartir no es lo mismo 😉. Lo que quiere decir que, por ejemplo, tú puedes comprender la realidad del nazismo (contexto, sociología, ideología, etc.) y no por ello ser nazi. Pues así con cualquier cosa. 

Imagen de Freepik

Artículos relacionados de posible interés: 

Cerrar
Terapia Online
Online Therapy

We can communicate with you in english

How would it be done?