La escucha activa constituye una de las principales habilidades sociales. Permite crear un clima positivo para la comunicación y la expresión de emociones.
El otro día, hablando con un amigo sobre los consejos para fomentar el bienestar psicológico durante estos días de confinamiento y la importancia de expresar las emociones, me confesó que él no tenía por costumbre hablar con los demás acerca de sus sentimientos y preocupaciones. Que en su familia nadie lo solía hacer, y tampoco entre su grupo de amigos. Por eso, ahora le resultaba raro hacerlo, sintiendo incomodidad ante esta idea.
A menudo nos esforzamos por aparentar una «positividad permanente«, cosa que es imposible, pues los seres humanos experimentamos todo tipo de emociones. Y así debe ser. El problema suele surgir cuando no nos permitimos experimentar o expresar emociones desagradables.
Me contó que, aunque conocía a sus amigos de toda la vida, nunca acostumbraba a mantener con ellos conversaciones sobre los “problemas” que cada uno pudiera tener. No obstante, estaba seguro de que si lo hiciese, ellos estarían ahí para escucharle y apoyarle. Una de las razones que él mismo encontró para esta barrera en la comunicación es que siempre solían quedar para las fiestas o para tomar algo, y en ocasiones así «no es momento de hablar de problemas».
Entonces yo le comenté que mi experiencia era totalmente diferente, y que aunque me viese con amigos en contextos de ocio, frecuentemente salían conversaciones acerca de los problemas o preocupaciones de cada uno. A lo que mi amigo me contestó con una de las frases que los compañeros de profesión solemos escuchar constantemente: “claro, tú es que eres psicóloga”. En ese momento le propuse reflexionar sobre la siguiente cuestión, y os propongo a todos que hagáis la misma reflexión:
Imagina que estás tomando algo en un bar con un grupo de amigos y le preguntas a uno de ellos qué tal le va con su nuevo proyecto (o con lo que sea). Este amigo te responde algo así como: “Bueno, la verdad es que me está costando sacarlo adelante y me está dando algunos problemas… Pero ¡qué se le va a hacer!”.
¿Cómo responderías generalmente?
a) ¡No pasa nada hombre! Verás como todo se arregla pronto.
b) Bueno, ahora tienes que despejarte y pasarlo bien. ¡Vamos a tomarnos otra!
c) ¡Vaya! No tenía ni idea… ¿y qué es lo que te está dando tantos dolores de cabeza?
Si os fijáis un poco, observaréis que con este tipo de comentario, lo que estamos haciendo es invalidar la emoción que nos ha expresado nuestro amigo, transmitiéndole que “se preocupa por tonterías y no debe sentirse así”. Con lo cual, estaremos haciendo menos probable que nos quiera contar lo que siente y piensa, o que acuda a nosotros ante alguna preocupación en el futuro.
Con esta respuesta, estamos transmitiéndole que no es bueno hablar de las emociones desagradables, que resulta incómodo, y que hay que centrarse solo en lo positivo y pasarlo bien. De esta forma estamos invalidando de nuevo las emociones de nuestro amigo y tampoco favoreceremos que exprese su malestar con nosotros.
Este tipo de respuesta sería la que realmente facilita la comunicación y la expresión de emociones de todo tipo. Estaremos transmitiéndole que nos importa lo que nos cuenta, que puede desahogarse con nosotros y que le escucharemos e intentaremos comprenderle. Y si decide que en ese momento no quiere seguir hablando de ese tema, genial. Respetamos su decisión y pasamos a otra cosa. Pero ya sabe que cuando quiera puede retomar esa conversación o cualquier otra con nosotros.
Esa última respuesta es un ejemplo de lo que llamamos “escucha activa”. En estos días llenos de incertidumbre, en los que a cada momento hay nuevas noticias que nos afectan, tenemos que cambiar nuestra rutina, adaptarnos a nuevas situaciones y un sinfín de emociones nos invade a lo largo de los días; os invito a practicar con vuestros seres queridos la escucha activa y así favorecer la expresión y liberación emocional que tanto necesitamos.
La “escucha activa”, es algo muy sencillo. Como la palabra dice es saber escuchar a los demás cuando nos están hablando, y que ellos se den cuenta de que los estamos escuchando y nos enteramos de la información que nos dan. A lo mejor estás pensando que eso es algo muy simple y que todos lo sabemos hacer, pero la verdad es que tomar parte en una conversación es más fácil para una gente que para otra, porque algunas personas han aprendido y practicado estas habilidades.
Irene Cazorla Torres.