Papá gruñón

Apego, Apoyo a padres primerizos, Consejos Altea, Familia, Maternidad, Orientación familiar / 26.06.2023

Las consecuencias de la educación autoritaria basada en el miedo

Casi podría decirse que es un cliché social: la madre cariñosa, empática, cálida…; y el padre gruñón, autoritario, severo. Sería injusto decir que todos los padres son así (de la misma manera con las madres), pero es sabido que cuando el río suena agua lleva.
Casi podría decirse que es un cliché social: la madre cariñosa, empática, cálida…; y el padre gruñón, autoritario, severo. Sería injusto decir que todos los padres son así (de la misma manera con las madres), por eso hablamos de un cliché o prototipo social.

Al hablar de “el padre gruñón”, estamos hablando de un patrón cultural, generacional, que se da en el estilo de paternidad de muchos hombres que no han sido educados en el terreno de lo afectivo. Hablamos de la educación autoritaria de ese padre que es inhábil en el cariño, el juego infantil, las palabras de orgullo, el refuerzo positivo, la gestión respetuosa del conflicto o la conducta inadecuada.

Es fácilmente comprensible entender que tan sólo desde hace un par de generaciones (al menos en nuestro contexto más inmediato) tratamos de educar a los hijos e hijas por igual a todos los niveles. No sólo para que sean capaces de alcanzar las mismas cotas laborales y profesionales, independencia económica, etc., sino también en lo emocional.

Así, empezamos a entender que un varón también puede ser sensible, que le puede gustar el rosa, que su fiesta de cumpleaños puede ser de princesas, o que tal vez le guste más bailar que jugar al fútbol. De la misma manera, una niña puede ser poco sensible, no gustarle el rosa ni los adornos en el pelo, o encontrar más diversión en ensuciarse hasta las pestañas jugando, que jugar calmadamente con muñecas o a típicos juegos de roles infantiles.

Que las cosas en este sentido están cambiando, creemos que ya no sorprende a nadie. Es en estos cambios donde comienzan a homogeneizarse cuestiones como los roles de género, los roles y actividades profesionales, los elementos estéticos, los gustos, etc.

Cada vez los clichés sociales se están diluyendo más en pos de una homogeneización de los distintos elementos sociales y de roles diferenciadores entre hombre y mujeres. No obstante, durante siglos existieron grandes diferencias.

No obstante, durante siglos las mujeres y los hombres han sido educados de formas distintas. Es así como en el terreno de la maternidad/paternidad, encontramos patrones muy arraigados. Qué persona de más de veinticinco años no ha escuchado alguna vez aquello de “verás cuando venga tu padre”. Esto pone de manifiesto que cuando mamá se sentía ninguneada por el niño/a, apelaba al siguiente nivel de autoridad, aquel que sin muchas contemplaciones atajaba el asunto “rápidamente”.   

Durante siglos, se ha asociado la autoridad paterna a una autoridad fuerte, fría, distante y tajante.
Durante siglos, se ha asociado la autoridad paterna a una autoridad fuerte, fría, distante y tajante.

Es ahí donde podemos encontrar a “papá gruñón”, que implementa métodos disciplinarios basados en la educación autoritaria, la imposición y ciertas dosis de agresividad. Cabe señalar que no estamos hablando de un padre negligente, violento o maltratador. No necesariamente. Hablamos de alguien muy normal, de padres que ni siquiera tienen conciencia de haber tenido un estilo educativo agresivo o poco respetuoso. Bien porque cuando eran niños la educación fue para ellos aún más feroz, o porque para ellos simplemente “no es para tanto”. Hablamos de una paternidad tosca, brusca, inhábil en el trato cariñoso, en la paciencia y la flexibilidad, afectivamente distante, y puntual o frecuentemente agresivos en su modo de disciplinar al hijo/a.

Un padre (o madre) así, suele ser una persona rígida, que observa el mundo no cómo es sino como considera que debe ser.  Eso significa que es el hijo/a quien debe vivir cumpliendo las expectativas del padre, sus exigencias y su forma de entender el cómo se debe estar en el mundo de forma correcta. Y no de otra.

¿Qué consecuencias puede tener para el/la hijo/a un estilo parental así?

Entre otras, podemos encontrar consecuencias como:

  • Personalidad insegura o miedosa.
  • Sensación de indefensión
  • Escasa habilidad para defenderse de abusos
  • Desarrollo de apego evitativo.  
  • Rebeldía
  • Distanciamiento

Además, suele suceder que cuando un sistema es muy rígido acaba generando rebelión. La rebelión del hijo/a puede darse básicamente de dos maneras: ruidosa o silenciosamente. La primera es aquella en la que el hijo/a se rebela abiertamente contra el padre/madre, a través de un carácter contestatario. En la segunda encontramos a un/a hijo/a distante la mayor parte del tiempo y con escasa apetencia por la relación con el padre/madre.

Y es que en las sociedades que pretendemos como libres, tal vez vaya quedando obsoleto el quinto mandamiento: honrarás a tu padre y a tu madre. Si bien no tanto en su contenido, sí en su forma. Dicho de otro modo: hoy tal vez sólo se honre al padre/madre si como tales son meritorios.

Honrarás a tu padre y a tu madre... Ya no de cualquier manera.
Honrarás a tu padre y a tu madre… Ya no de cualquier manera

Así, debemos entender que hoy en día el simple hecho de ser padre/madre, no granjea per se el respeto incondicional del hijo/a. De la misma manera que ya no lo tiene el político, el médico, el cura o el maestro, figuras históricamente respetadas per se, igual que el padre. Pero ya no. Puede que eso pase durante la infancia, etapa en la que la propia estructura pueril del niño absorbe y asume cualquier ejercicio paterno/materno por inadecuado que sea. Pero eso acaba terminando con la adolescencia. El hijo/a crece, adquiere posicionamiento en la estructura familiar, criterio y forma de pensar propia…, de tal manera que la honra del padre/madre puede entregarse sólo si es merecida.

Es por eso que no se puede ser un padre/madre gruñón (bajo una educación autoritaria) toda la vida y esperar que el hijo/a se muestre dócil y condescendiente eternamente.

Si este se transforma en una persona adulta con capacidad de autorrespeto, también puede ganar la capacidad para rebelarse. Y aunque tal vez no lo haga de manera flagrante, puede que sí lo haga de manera silenciosa.

Es por eso que como padres y madres debemos esforzarnos en resolver las cuestiones cotidianas desde el cariño y la comprensión, la empatía y la sintonización con el niño/a en cada una de sus etapas. Entendiendo que tiene necesidades y sensibilidad propia, de la misma manera que un adulto, y que por lo tanto debemos tratarle de manera igualmente respetuosa.

Es este un ingrediente fundamental para lograr el éxito del que habla el psicólogo Russell Barkley, al afirmar que «el éxito como padres no está en que nuestros hijos sean los mejores o saquen las mejores calificaciones. Está en que pasados veinte años sigan queriendo volver a casa por navidad”.

Tal vez sólo por eso debamos plantearnos si como padres y madres nos dedicamos a gruñir demasiado.  

También te podría interesar éste artículo sobre Hipocondria.

Alfonso García-Donas

Altea Psicólogos

Déjanos tu comentario

Categorías

Cerrar
Terapia Online
Online Therapy

We can communicate with you in english

How would it be done?